Las moradas fantásticas II

¿Queréis sorprender a vuestros acompañantes y acabar con la rutina previsible de los hoteles convencionales, de las alcobas impecables pero asépticas y de los emplazamientos de costumbre? Hace unos meses ya publicamos algunas ideas, pero nos fue imposible agotar la de soluciones bizarras que el mundo nos ofrece.

¿Y qué tal empezar en sus entrañas? Lo mejor es que no habrá que irse demasiado lejos para ello. En Guadix, Granada, ha habido durante siglos viviendas trogloditas escarbadas en la roca. La novedad es que algunas de ellas se han convertido en alojamientos como las Cuevas del Abuelo Ventura o los Apartamentos Pedro Antonio Alarcón. Un tipo de asentamiento común a la Capadocia turca, con sus conocidas chimeneas de caliza perforada para habilitar casas. También allí esta antigua muestra de capacidad de adaptación pese a las estrecheces económicas ha acabado convirtiéndose en un negocio próspero: en Urgup las hay tan deslumbrantes como la Elkep Evi o el Gamisaru Hotel.

Y si la experiencia os demuestra ajenos a la claustrofobia, siempre podréis acercaros a Key Largo, en Florida, donde su rica fauna y flora submarina puede contemplarse a través de los ojos de buey del Jules Undersea Lodge. Eso sí, que nadie espere botones. El acceso a las habitaciones hay que ganárselo a fuerza de buceo.

Si el estrecho contacto marino nos convence, pero sin llegar a tales extremos, también puede recurrirse a la romántica estancia en un faro. La mejora de los equipos de  navegación han relegado a muchos de ellos, pero algunos han encontrado en la hostelería nueva funcionalidad: el faro de Harlingen en Holanda, el de Corsewall en la costa escocesa o el extremadamente aislado de Cantick Head en las Islas Orcadas pueden ser deleitables ejemplos de ello.

Y nos hemos cansado de tanto estar en remojo, en Zacatecas, México, encontraremos descanso en su hermosa y restaurada plaza de toros del siglo XVI, convertida hoy en la lujosa Quinta Real. Un fino detalle: para ir al bar hay que bajar a los viejos corrales.
Después de un periplo tan ajetreado quizás apetezca ver las cosas con un poco de calma y distancia; desde arriba a ser posible. Y ahí es donde nos socorre la Torre Euromast de Rotterdam. Una aguja de comunicaciones al estilo del pirulí de TVE que en su cima alberga dos dormitorios con las mejores vistas de toda la ciudad.

¿Que no se ha quedado aún ahíto de tanta originalidad y ya no pude volverse así como así a la normalidad? Pues es vuestro turno: venid aquí y contadnos qué sitios merece la pena que conozcamos por su extravagancia distintiva.

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