La vuelta… ¿Síndrome postvacacional?

Todos los años, llegadas estas fechas, los medios de comunicación nos advierten sobre padecer el denominado síndrome postvacacional, eso sí, después de habernos avisado antes de las deseadas vacaciones de los ‘peligros’ que éstas nos pueden deparar para nuestra salud y relaciones personales. Así, si podíamos sufrir durante esa quincena picaduras de medusas, insolaciones, y alguna que otra discusión con nuestra pareja o familiares, ahora deberemos luchar con nosotros mismos por readaptarnos a la vida laboral.

Este síndrome o estrés postvacacional, que suele afectarnos a todos en mayor o menor medida, lleva consigo síntomas tan variados como la irritabilidad, la astenia, tristeza, insomnio, dolores musculares, tensión, problemas de estómago, taquicardias…No son muchos los que sueñan con volver al trabajo después de unas apacibles, o divertidas, o frenéticas vacaciones y, menos, los que pueden hacerlo sin que el organismo se altere lo más mínimo.

Bromas aparte, y aunque estos incómodos síntomas sólo duran unos días, tienen sus causas justificadas. El desajuste horario es la principal causa, seguida del cambio en el ritmo diario y en los ciclos, cambio en las comidas y sobre todo, en nuestra actividad social. Si a esto le añadimos el regreso a un entorno en el que se nos exige más y a diferente ritmo, tenemos muchas posibilidades de ser víctimas del síndrome postvacacional.

No obstante, no nos afecta por igual a todos, ya que además de la variable de entorno, existe otra más importante aún: la percepción subjetiva, la vivencia de nuestra vuelta al trabajo, y dicha vivencia puede ser positiva o negativa. Así, que puestos a elegir ante lo inevitable: ¡Siempre positivos!

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