La California de Lautner

John Lautner, criado en Michigan y como tal gran amante de los bosques y de los grandes y abiertos espacios naturales, fue el más original y destacado de los discípulos de Frank Lloyd Wright y uno de los que mejor llevó sus enseñanzas a un terreno propio.

Su gran obsesión fue crear casas que se fundieran en los espacios en los que se emplazaban y que fueran su continuación, de modo que uno no se sintiera atrapado, falto de luz y aire, separado de la vida que se extiende más allá de los muros de un edificio.

Sin embargo,  las circunstancias de la época y sus particulares y avanzadas ideas  le llevaron a trabajar de forma privada para particulares, de modo que la mayor parte de sus construcciones no son plenamente accesibles y pueden verse solo exteriormente.

Una excepción a ello es el Desert Hot Springs Motel, restaurado en 2001. Solía también serlo el Henry’s Coffee Shop de Pomona, pero su demolición a principios de los 70 impidió seguir gozando del que probablemente fuera el restaurante de carretera más glamouroso del mundo.

Otros de sus proyectos han sido divulgados gracias a la atención que le ha prestado el mundo del cine. El más conocido, la Casa Malin o Chemosphere (en la imagen de cabecera), se adelantó a su tiempo y aun hoy parece un decorado de ciencia ficción. En él rodó Brian de Palma su Doble Cuerpo. O la Casa Elrod y su sala central con apariencia de carpa, que resultó escenario ideal para James Bond y sus “Diamantes para la eternidad”. Por no hablar del prodigio orgánico de la Residencia Sheats Goldstein, plató de El Gran Lebowski y de la segunda parte de Los Ángeles de Charlie.

Pero la mayoría de sus hogares están esparcidos por zonas residenciales, fuera de los caminos principales y hay que ir en su búsqueda para gozar ni que sea de una perspectiva externa. Así la ingeniosa solución para actualizar la clásica cabaña de monte que hizo para los Pearlmann en Idyllwild (en la primera imagen) o la Casa Reiner, en una lujosa colina de Los Ángeles y para la que contó con un presupuesto ilimitado. Aunque muchos consideren que es la Casa Arango (en la segunda foto) su obra de mayor envergadura y ambición. Ya se sabe: a gustos, colores.

Hoy que el buen cambio euro-dólar y el magnético atractivo que el cine nos ha hecho sentir por California invitan a muchos paisanos nuestros a cruzar el charco para las vacaciones, quizás sea una buena sugerencia acercarse al menos a alguno de esos sueños realizados por John Lautner. Y si la cosa nos cae lejos o vamos con el tiempo o la agenda justa, siempre quedará deleitarse con el contenido de la página web de su fundación, dedicada a conservar y divulgar su bello legado: el de alguien que creyó firmemente que el deber de la arquitectura es hacer más feliz a los hombres.

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