Era imposible no fijarse en él. Contaba con un talento especial, y una expresividad que hacía que cada gesto contara.

Jack Uhler Lemmon III nació en 1925 en el seno de una familia acomodada. Desde muy joven sintió la atracción por la interpretación, pero no fue hasta su llegada a la universidad de Harvard, en la que se matriculó en arte dramático, donde su afición se hizo más seria.

Después de una breve permanencia en el teatro, Jack Lemmon rodó su primera película llamada ‘La rubia fenómeno’ (George Cukor, 1954), pero su sorprendente capacidad para transmitir emociones empezó a vislumbrarse con ‘Escala en Hawai’ (John Ford y Mervyn LeRoy, 1955), película con la que ganó su primer Oscar al mejor actor secundario. También lo ganó en 1973 por ‘Salvad al tigre’, y recibió otras seis nominaciones más, que no llegaron a materializarse.

Hace cinco años que nos dejó el inolvidable policía de ‘Irma, la Dulce’, o el contrabajista travestido de ‘Con faldas y a lo loco’. Más que personajes, Jack Lemmon interpretaba personas. Con aspecto de hombre asombrado y vulnerable, encarnaba al hombre de la calle, ése que no entiende por qué ocurren las cosas a su alrededor.

Cuando se estrenó su primera película, ‘Mr. Roberts’ (que en España se tradujo como ‘Escala en Hawai’), creíamos que había nacido un nuevo cómico, cuando en realidad estábamos frente a uno de los actores más completos y sensibles del mejor cine americano. Y es que tuvo la suerte de toparse, entre otros, con el genial Billy Wilder, con quien intervino en algunas auténticas obras maestras, esenciales para recordar que el cine también puede ser un arte que hable de seres humanos. Lemmon impregnó de talento cualquiera de sus intervenciones, humanizó hasta lo disparatado. Se nos hizo familiar y querido. Su pérdida no fue la de una estrella, sino la de un amigo entrañable al que no podríamos sustituir.

Trabajó hasta el final, llenando de luz guiones anodinos que buscaban el éxito de esa forma tan frecuente en el cine de nuestros días. Lemmon estuvo por encima de sus películas, aunque éstas hayan sido tan geniales como él. Hasta siempre, tío Jack.

Comparte este artículo...