Ictioterapia: pedicura a bocados

Llega el calor y seguro que habrá quien además de la ‘operación bikini’ se esté preparando también, o al menos esté pensando en hacerlo, ‘poner en forma’ los pies que durante todo el invierno han estado encerrados en botas, zapatos, zapatillas… y que ahora van a salir al aire libre.

El método más tradicional es adecentar nuestros pies con limas, piedra pómez, rascadores para durezas y callosidades… pero en los últimos años está en auge la ictioterapia. Se trata de un tratamiento para eliminar las células muertas de la piel de los pies (también puede utilizarse en las manos). Esto no tendría mayor interés si no fuese porque los encargados de eliminar esta ‘piel muerta’ son unos pececillos llamados Garra Rufa que miden unos cinco centímetros y que carecen de dientes teniendo en su lugar una especie de ventosas que liberan una enzima llamada dithranol, la cual hace posible la regeneración e hidratación de la piel e incluso ayuda a prevenir y acabar con algunas de las enfermedades de la dermis; De hecho, esta técnica de origen turco se prescribe a las personas que padecen psoriasis o eccemas en los pies. El objetivo es que, al “comerse” los tejidos muertos del cuerpo, se regeneren células nuevas en la piel para que las heridas se curen.

Estos peces se emplearon por primera vez en las aguas termales de Kangal, en la provincia turca de Sivás, pero su expansión por Asia ha sido fulgurante, llegando a  balnearios y termas de China y Corea y en el 2007 desembarcando en Japón, Singapur y Croacia con gran aceptación, llegando incluso a proliferar los ‘Doctor Fish Café’, establecimientos en los que se puede saborear una bebida al tiempo que sumergimos los pies en las peceras y nos hacemos esta pedicura tan particular.

El proceso es bastante sencillo. Lo primero es eliminar el esmalte de las uñas para poder examinar concienzudamente los pies. A continuación se lavan y desinfectarlos para pasa ya a introducir los pies en la pecera, un mueble especial con depuradora incorporada que está diseñado a modo de spa, en donde el cliente se sienta cómodamente. Pasados 30 minutos, sacamos los pies y los secamos. Se examina su resultado y se perfecciona, si fuera necesario. Es aconsejable que cada sesión se repita una vez a la semana, teniendo presente que este tipo de tratamiento no sustituye a la pedicura habitual, sino que la complementa. Los resultados son enseguida visibles en cuanto a suavidad e hidratación.

En los últimos tiempos esta técnica está alcanzando tal popularidad que ya ha salido más de un desaprensivo que quiere hacer negocio por la ‘vía pirata’ y se dedican a ofrecer este servicio en establecimientos, terrazas y chiringuitos de las zonas turísticas playeras sin la más mínima garantía sanitaria, con estanques y aguas en los que pueden proliferar todo tipo de microorganismos e incluso con una versión de peces imitadores y que nada tiene que ver con los Garra Rufa, como es el caso de los Chin-Chin. Así que precaución y ojo avizor…

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