Grandes novelas, grandes películas: Jane Eyre

Jane Eyre es una novela, tal vez con ciertos datos autobiográficos, publicada por Charlotte Brontë, bajo el pseudónimo de Currer Bell, en 1847. Su éxito fue instantáneo y hoy se considera todo un ejemplo de novela romántica, además de una de las más altas cumbres de la literatura inglesa.

Cuenta la historia de una huérfana –Jane Eyre- que, maltratada por su madrastra y tras pasar por un colegio de estricta educación, acaba ejerciendo de institutriz en una mansión donde, además del amor, encontrará oscuros secretos. La protagonista se debate entre el alcance de su felicidad y la importancia de obrar según le indican sus valores, mientras nos descubre las ansias de cierta libertad que nacen en una mujer de pleno siglo XIX. Su agudeza y audacia contrastan además con una sociedad en la que las clases continúan sin mezclarse, una realidad que estará en su mano superar.

Siempre que publicamos una noticia de esta sección, solemos decir lo mismo: antes de ver la película, merece la pena haber leído la novela. Este caso no es una excepción y, una vez más, recomendamos lo mismo; si bien es cierto que la producción cinematográfica vale tanto la pena que bien merece ser vista incluso obviando la novela. Por poner algunos peros a la cinta, debemos señalar que se toma algunas licencias con respecto al texto de la novela -sobre todo en cuanto a la experiencia de la protagonista en el colegio Lowood-, aunque podrían justificarse porque contribuyen a añadir un punto mayor de dramatismo a la historia de la heroína, aunque también es cierto que le restan peso a la importancia que los valores cristianos que tienen para ella en el texto original.

Fukunaga consigue transmitir una delicadeza excepcional en una de esas películas que pueden parecer lentas, pero que en realidad están repletas de detalles asombrosos. Nos referimos a ciertos planos, la fotografía, la iluminación y la música –que no podrían estar mejor escogidos- pero también a la interpretación de los protagonistas – Mia Wasikowska y Michael Fassbender- sensible, contenida y no por ello exenta de dramatismo.

Dos opciones -novela o película- de las que bien vale la pena disfrutar este verano.

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