Frío con solera

La nostalgia del pasado nos llega a veces a través de los objetos y nos seduce por sus formas, que en nuestra memoria se asocian a sensaciones y vivencias felices e irremediablemente perdidas. Sin embargo, que todo ello se manifieste mediante un electrodoméstico puede resultar algo insólito. Y sin embargo, la moda de las neveras retro lo desmiente. Sea por estética o por morriña, los fabricantes de estas piezas consiguen invertir el curso natural de lo que triunfa en tecnología. Lo que parece más nuevo ya no es lo mejor y la gente prefiere incluso pagar de más sólo por aparatos que parecen sacados de una cocina de la década de los 50.

Smeg es la marca más representativa de esta tendencia. La propuesta de la empresa italiana –a fin de cuentas los transalpinos tienen merecida fama de haber sido quienes mejor conjugaron la funcionalidad de los electrodomésticos con la gracia del diseño- es muy sencilla: hacer frigoríficos con todos los aditamentos necesarios para la vida moderna, pero con una apariencia de los albores de la refrigeración industrial. El resultado son sus colecciones colonial y años 50, con formas redondeadas, colores vivos o pastel, grandes tiradores horizontales de hierro y la sensación visual de estar en una cocina americana durante el mandato de Eisenhower. La contrapartida es encontrarse en una franja alta de precios, aunque dentro de lo asumible por una economía acomodada que tenga el capricho.

SMEG_FRANCE

Quizás haya sido el éxito de Smeg lo que haya impulsado a otras marcas a hacerse autohomenajes como el de Whirpool y recuperar sus minibares con patas de acero puesto al día. A que incluso una casa tan aparentemente seria como Bosch sacase a la venta un modelo de inequívoca retirada retro. O a que otras marcas como Big Chill y Gorenje, pese a no contar con tan rancio abolengo, se hayan embarcado en la aventura de crear algunos de los modelos más vistosos y bonitos no sólo de neveras, sino también de lavadoras, lavavajillas y hasta microondas. Aunque siempre haya que estar dispuesto a pagar el suplemento de la coquetería.

Sin embargo, nada comparable con las altas gamas de neveras paneladas que algunos especialistas en diseño del hogar ponen al alcance de los más preocupados por el encaje de los frigoríficos en las cocinas. Portobello Street las tiene de todas las formas y colores, todas bonitas, aunque ninguna de ellas económica. Por su parte, las fresqueras y falsas alacenas de Meneghini quitan sencillamente el aliento. También, claro está, a la hora de abonar los más de 30.000€ que cuestan algunos de sus modelos más espectaculares.

meneghini_nevera

Y a los que no les alcance el presupuesto, pero sean mañosos, siempre les quedará hacerse con algún modelo verdaderamente antiguo estropeado y restaurarlo. En webs como la de Antique Appliances podemos encontrar inspiración. ¿Alguien se atreve a comenzar un proyecto parecido en España?

Comentarios

Deja un comentario