Festivales de cine: banquetes de celuloide

Apenas han pasado veinte días de 2007 y ya se ha puesto en marcha el primer certamen de cine que va a celebrarse este año en suelo ibérico: el Festival Internacional de Cine Solidario. Con sede en Madrid, se prolongará hasta el domingo 21 y tendrá luego que evaluar su éxito y perspectivas de consolidación tras esta primera edición. ¿Su desafío? Hacerse un lugar en una agenda ya abultadísima de citas cinéfilas.

Porque los más devotos aficionados o los profesionales del ramo tienen que hacer encaje de bolillos si quieren atender a todos los reclamos que se les tiende. En una primera línea están los ya clásicos, los que gozan de prestigio internacional y tienen poder para atraer a directores y actores consagrados. El Festival Internacional de Cine de Donostia y el Festival Internacional de Cinema de Catalunya, con hogar en Sitges y tradicionalmente orientado a los mil rostros del cine, serían las dos muestras señeras y sucesivas (no bien acaba una empieza la otra, entre septiembre y octubre) de esta categoría. Pero es de recibo complementar esta mano hasta llegar al póquer con los otros dos certámenes de referencia por tradición y envergadura. Por un lado, la Seminci de Valladolid, que adelanta el estreno de algunos de los mejores films mundiales de la temporada y aún inéditos en España y, por otro, El Festival Internacional de Cine de Gijón, cuya vocación independiente y aventurera permite la difusión de creadores injustamente poco conocidos o la recuperación de los cines de las nuevas olas, entre otros contenidos sobresalientes.

Pero por detrás de estas piedras de toque de la actualidad cinematográfica, se amalgaman un revoltijo de encuentros de aspiraciones más humildes o estrictamente temáticas y que dan cobijo a una miríada de autores y acercamientos distintos al séptimo arte. Las hay con criterio geográfico –el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, la Mostra de Cinema Asiàtic de Barcelona o la Muestra de cine Africano de Tarifa-, cultural –el Festival Cinema Jueu de Barcelona- o de formato – el Festival “Punto de Vista” de cine documental de Navarra, el In-Edit de cine documental musical, el Animac de Lleida, el Festival de Cine Corto de Alcalá y su homólogo de Huesca e incluso el Notodofilmfest de Cine comprimido y despachado por Internet. Las hay dedicados a géneros muy específicos –el Festival de Cine Erótico de Barcelona, la Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián o el Festival Internacional de Cinema de Comedia de Peñíscola- y los que se ocupan de asuntos concretos -el Festival Internacional de Cinema de Muntanya i Aventura de Torelló o el Festival Internacional de Cine Gay y Lésbico entre otros.

Las buenas cifras y continuidad de la mayoría hace aún más difícil entender que las carteleras presenten a veces colores tan homogéneos y tan escaso riesgo. Pero la nómina es tan espesa y multiforme que desborda incluso al más avezado seguidor, por lo que cada cual tiene que discriminar y reservarse para aquellas convocatorias que le resulten especiales. Hay tantas que incluso existe la posibilidad de descubrir joyas escondidas que por su originalidad y buen ambiente bien merecen la visita. Y si no se lo creen asómense algún día por el recóndito y pirenaico Festival del Riu del Pallars Sobirà.

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