¿Eres un comprador compulsivo?

Nos provocan, nos tientan, nos llaman a gritos. Son descuentos, granes ofertas, increíbles oportunidades que parece que no podemos dejar escapar y, de repente, un día nos damos cuenta de que tenemos la casa llena de objetos que no nos sirven para nada, ropa que no usamos, música que no escuchamos,… Al menos uno de cada tres europeos compramos de manera compulsiva, aunque sólo un 3% de la población acabe padeciendo adicción a las compras, según desvelan algunos estudios científicos.

Esta nueva patología, propia del estado de bienestar en el que vivimos los denominados países del primer mundo, empieza a ser algo preocupante, hasta el punto de que en Estados Unidos recientes investigaciones realizadas por la Universidad de Stanford, han llevado a que se incluya la adicción a las compras en la próxima edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales.

Los expertos definen el perfil del adicto como aquella persona que necesita ir de compras para sentirse bien, para ello se hace con productos a los que no le va a dar utilidad después, acumulándolos o escondiéndolos para no ser descubiertos, y sólo por el placer momentáneo de comprar. Con la irrupción de las nuevas tecnologías en nuestra vida cotidiana se ha diversificado esta patología, la compra compulsiva de teléfonos, cámaras fotográficas, mp3 de última generación está a la orden del día, así como las compras on line de todo tipo de productos procedentes de cualquier parte del mundo.

De cualquiera de las formas en que se pueda dar, esta adicción lleva a situaciones de endeudamientos e importantes problemas económicos, engaños, empeoramiento de las relaciones familiares y sociales, en definitiva, a una ruptura total del equilibrio que, supuestamente, se busca en el consumo compulsivo.

Ahora que las rebajas están a la vuelta de la esquina, y que salir a la calle y no caer en la tentación va a ser prácticamente una hazaña; debemos tener en cuenta algunos de los consejos que dan los expertos, como: evitar el pago con tarjeta (mejor, dejarla en casa); realizar un listado de los gastos diarios; cabeza fría ante las ofertas, esto es, antes de comprar algo salir de la tienda meditar cuánto lo necesitamos y el uso práctico que le podemos dar y si estamos convencidos, volver a entrar; y, si sabes que no necesitas nada, ¡pasea por un parque y huye de las batallas en las tiendas y centros comerciales!

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