Empresas con mucha historia

Una empresa puede fabricar grandes productos o mediocres que consigan hacer pasar por buenos gracias al marketing, tiene en su mano gastarse dinerales en promocionarlos y crearse una imagen atractiva, pero hay algo que no puede hacer de ningún modo: cambiar el pasado.

Y es que sólo hay un puñado de compañías en el mundo que puedan presumir de historias seculares y dilatadísimas. Una solera que no está en venta. Se trata, en muchos casos, de empresas familiares que han pasado de generación en generación, sorteando todo tipo de situaciones críticas, a veces reinventándose y otras sólo adaptándose, pero que todavía en este momento mantienen su actividad. Comprar sus productos o contratar sus servicios es un lujo, en la medida en que se ha necesitado mucho tiempo para ello.

El caso más cercano a nosotros es el de Codorniu. El documento más antiguo que se guarda fecha en 1551 el inicio de este negocio de vinos por parte de Jaume Codorniu. Posteriormente, una heredera de este linaje se emparentaría con otra familia de viticultores llamado Miquel Raventós, el mismo apellido que todavía ostentan los actuales propietarios de la bodega.

También del campo de los vinos viene la empresa más vieja de Francia: Chateau de Goulaine. En el mismo palacio solariego que ha albergado a esta familia bretona desde el año mil se cultiva y embotella su prestigioso muscadet. Quizás uno de los caldos que podrían haber servido desde un buen comienzo de haber querido en The Bingley Arms, la taberna más antigua de Inglaterra y de Europa, en Yorkshire, aunque en este caso algunos discutan la autenticidad del dato. Indiscutible, en cambio es que ninguna compañía puede acreditar mayor experiencia en la acogida de clientes que la Nisiyama Onsen Keiunkan. Este establecimiento balneario lleva funcionando desde el año 700 de nuestra era y, en el largo camino, se ha expandido lo suficiente como para tener 53 hoteles más. Y es que la legendaria hospitalidad japonesa viene de lejos: Hoshi Ryokan, Koman y Zengoro son otros hosteleros aparecidos en el siglo VIII en el país del sol naciente.
Otro comercio floreciente desde el medievo es el de la cervecería. En Europa, dos alemanas tienen el privilegio de fermentar malta y lúpulo desde mediados del siglo XI: las abadías de Weltenburg y Weihenstephan, aunque algunos aleguen que el hecho de que la fecha de inicio de su comercialización no sea conocida, debilita un poco ese prestigio mercantil ancestral.

Sin embargo, si buscásemos a quienes más años han dedicado a una misma ocupación, tendríamos que volver a Japón. A la familia Kongo Gumi. Constructores de templos venidos de Corea por invitación del príncipe Shotoku en el año 578, estuvieron en funcionamiento de manera interrumpida durante 1.400 años y podían documentar 40 generaciones de albañiles. En 2006, sin embargo, tras serias dificultades económicas, la empresa fue liquidada y sus activos fueron adquiridos por una gran corporación, si bien todavía operan como filial de la misma.

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