El viaje de Ibn Battuta

Cuando dejó su casa tangerina a los 21 años, probablemente Battuta sólo contaba con llevar a cabo uno de los preceptos del islam: peregrinar a la Meca al menos una vez en la vida. Parece que el viaje cambió su vida y, desde la Meca, se lanzó a la conquista del mundo. Battuta es mucho menos conocido que Marco Polo -apenas se le conoce fuera de su Tanger natal, donde hasta el aeropuerto lleva su nombre- y sin embargo realizó un viaje de características muy similares; Rihla, el libro donde narra sus vivencias, es todo un referente a la hora de estudiar el arte y la cultura de su época.

Su peregrinación se convirtió en un viaje que, prácticamente, duraría toda la vida. Regresó a casa 24 años después de su partida y sólo para preparar nuevas escapadas. En total recorrió más de 120.000 kilómetros en cerca de 30 años; una proeza que, con los medios de transporte de 1325, bien vale ser estudiada.

En su camino hacia la Meca pasó por El Cairo y Alejandría. Gracias a sus escritos sabemos que el estado del famoso faro ya era entonces lamentable. Luego atravesó la Península del Sinái, dando un rodeo para visitar Damasco y llegando finalmente a la Meca en 1326. Desde allí partió hacia Irán e Iraq, visitando grandes ciudades como Bagdad, y asombrándose de la riqueza del “creciente fértil”. Luego volvió a la Meca, desde donde, tras tres años de descanso, viajó hasta Yemen y Omán, alcanzando la costa oriental africana y el Golfo Pérsico.

En dirección a Oriente, llegó a Rusia y la India, recorriendo gran parte de la Ruta de la Seda, y en su camino hacia el sur hizo una parada de año y medio en las Islas Maldivas, que describe como un paraíso gastronómico y sexual. Trabajó también para el Sultanato de Delhi, un empleo que le permitió conocer la Constantinopla bizantina y viajar como embajador a China.

Al-Andalus fue uno de sus últimos destinos, al volver de Valencia y Andalucía visitó exhaustivamente Marruecos, estableciéndose luego en Malí, para viajar luego de Níger a Tombuctú. Aquí terminó su viaje, a petición del propio Sultán de Marruecos, quien le rogó que recogiera sus memorias en el que se ha convertido en uno de los textos más relevantes a la hora de estudiar el mundo medieval. Hoy se puede conseguir bajo el título “A través del Islam“: una joya literaria al alcance de cualquier buen viajero.

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