El valor de la riqueza

Aunque la mayoría de los mortales no distingamos entre una persona rica y otra millonaria, parece que dicha diferencia existe y el límite se encuentra en el décimo millón de dólares. Así lo desvela el último informe de Barclays Wealth, elaborado por la entidad británica en colaboración con la Economist Intelligence Unit.

Según el estudio, llamado Barclays Wealth Insights: el Valor de la Riqueza y realizado entre 790 grandes fortunas, el significado real de millonario se ha perdido y el de riqueza adquiere diferentes acepciones según la situación geográfica, factores económicos que se den en cada país, la concentración de riqueza, los sueldos y el coste de la vida. De hecho, en un mismo sitio, como es la ciudad de Nueva York, se considera rico a quien posee una renta de 136.000 euros al año, en la periferia, y en el centro de Manhattan esta cifra sube hasta los 340.000 euros anuales.

Preguntados por las principales preocupaciones en las que invierten sus fortunas, los encuestados sitúan como primordial la seguridad personal, sobre todo los que viven en la Europa continental y Sudáfrica, lugares donde más guardaespaldas contratan. Mientras que en Estados Unidos, Japón e Indonesia, es un plan de futuro inevitable.

Paradójicamente, la accesibilidad a los productos denominados ‘de lujo’, crecen a igual o mayor velocidad que el número de millonarios. Lo que hace que pierdan su exclusividad, gran aliciente para que estos ‘afortunados’ opten por su adquisición. La consecuencia inmediata de este cambio es una nueva estrategia de mercado de las firmas de lujo, que ahora se dirigen a satisfacer necesidades muy concretas y exigentes de estos clientes.

En concreto, entre los ricos españoles los criterios para comprar productos de lujo son, por orden de prioridad, la calidad, la firma y la experiencia de anteriores adquisiciones.

En cuanto a lo que les ha proporcionado sus fortunas, para muchos de los encuestados es muy importante el estatus alcanzado, mientras que para otros es la libertad y el tiempo libre. De hecho, algo más de la mitad de ellos reconoce que si riqueza les ha permitido disfrutar más del tiempo que pasan con sus familia. En el otro extremo se sitúan los poseedores de las fortunas más ‘escandalosas’, que afirman que el crecimiento de su patrimonio se ha convertido en una fuente de estrés.

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