El sueño de adelgazar

Estamos ya en unas fechas en las que el calor que nos hace aligerar nuestras prendas de vestir y el comenzar a atisbar en el calendario la proximidad del verano nos lleva a prestar más atención a esos michelines de más. Así que quien más quien menos ya se ha puesto, o le ronda el pensamiento el hacerlo, a dieta.

Entre las personas de edad avanzada, la variación del peso es más frecuente que en otras etapas de la vida. Además, estas oscilaciones se relacionan tanto con la ganancia de kilos, como con la pérdida. Según los datos de la última Encuesta Europea de Salud de 2009, se constata que solo entre las personas de más de 75 años se registra un descenso significativo de las cifras concernientes al sobrepeso y obesidad. Al mismo tiempo, aunque menos frecuente, sucede lo contrario: se aumenta de peso y se engorda.

En cualquier caso, procure que el tener algún kilito de más no le quite el sueño, porque estudios recientes realizados en adultos revelan que los trastornos del sueño juegan un papel importante en los desajustes hormonales que predisponen a la obesidad y viceversa, que los obesos padecen más trastornos del sueño, como apnea y ronquidos, que quienes tienen un peso ideal. Este fenómeno también se ha comprobado en niños, en los que se ha detectado que la falta de sueño provoca un aumento de la producción de ghrelina, una hormona anima a comer más; Al mismo tiempo disminuye la leptina, otra hormona, aunque esta es la  encargada de reducir el apetito. También algunos en algunos estudios se están relacionando los trastornos del sueño como la apnea con la obesidad y una mayor producción de leptina. Para combatir este fenómeno, los expertos recomiendan que los adultos duerman de seis a ocho horas al día, y los niños 10.

Ya es harto conocido lo importante que es para una buena salud mantener un peso adecuado a cualquier edad y especialmente en la tercera edad. Un reciente estudio realizado entre la población mayor europea ha constatado que el mantenimiento de un peso estable en esta etapa de la vida se relaciona con una menor tasa de mortalidad, mientras que tanto la pérdida como la ganancia de kilos se asocian con un aumento de la misma. Y es que existe toda una paradoja en cuanto a la cuestión de la obesidad en los ancianos. Frente a los riesgos sanitarios de mantener un peso elevado conforme a las recomendaciones en todas las etapas de la vida, diversos estudios han señalado la paradoja de la obesidad durante el periodo de la tercera edad. En un estudio de revisión publicado en agosto de 2010 en la revista “Interdisciplinary topics of Gerontology“, se pone de manifiesto que a pesar de que el sobrepeso en la tercera edad aumenta el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, la tasa de mortalidad por esta patología es menor de lo esperado en virtud de las expectativas. No obstante, tanto en el artículo mencionado como en otros que abordan el mismo tema, se hace hincapié en los efectos beneficiosos que tendría para la salud la pérdida de kilos de forma adecuada y controlada en las personas mayores con sobrepeso u obesidad. En especial, si ya padecen comorbilidades (otras enfermedades vinculadas con la primera) asociadas a la obesidad, tales como diabetes, enfermedades cardiovasculares y determinados tipos de cáncer.

En cualquier caso lo más recomendable, según indican los expertos, es que para mantener un peso ideal lo más adecuado no es tanto hacer dietas concretas como estrategias puntuales, sino adoptar unas pautas alimentarias adecuadas incorporándolas a nuestro estilo de vida. Así, un reciente estudio realizado por científicos de la Universidad de California y publicado en la revista “Psychosomatic Medicine”, destaca que ponerse a dieta, en el sentido más tradicional y popular de la expresión (contar y restringir las calorías ingeridas o los alimentos más energéticos) podría no ser lo más eficaz y seguro para adelgazar. La restricción de calorías aumentaría la producción de cortisol, una hormona que se asocia con el aumento de la grasa en la región abdominal. Ésta sería una de las razones por las que muchas personas que siempre están a dieta tendrían dificultades para perder peso e, incluso, para mantener a largo plazo el que ya han perdido.

Ya con anterioridad a esta investigación se habían puesto en entredicho las dietas hipocalóricas, menos efectivas a medio y largo plazo que la modificación de los estilos de vida, teniendo en cuenta que, como indica la OMS, la obesidad es una patología crónica que precisa de un tratamientocontinuado en el tiempo, además del hecho de que loas dietas de adelgazamiento son vividas por muchas personas como periodo con estrés, con sensación de hambre, de falta de bienestar y de privación, situaciones que no facilitan la pérdida de peso a largo plazo y que, incluso, propician volver a ganar más kilos que los contabilizados antes de empezar la dieta.

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