El poeta de lo cotidiano

Humor y cotidianidad inundaron la ceremonia de entrega del Premio Cervantes de este año. Fue casi como si la poesía del galardonado, el mexicano José Emilio Pacheco, cobrara aliento durante el acto para mostrarnos que la vida está llena de pequeños reveses, muchas veces insignificantes, otras, encantadores o trágicos. Minutos antes de recibir el Premio, Pacheco estuvo a punto de perder los pantalones, reconociendo que no tenía tirantes, cuestión que aprovechó para comentar que estas situaciones son “un buen argumento contra la vanidad”. Emocionado por la distinción, el literato rindió, durante su discurso, un emocionado homenaje al Quijote, manifestando su deseo de que el Premio hubiera sido entregado al propio Cervantes: “Cómo hubiera aliviado sus últimos años el recibirlo”, exclamó el poeta casi al final de la intervención. Un discurso personalísimo que Pachecho comenzó analizando la forma en que se enamoró de la literatura, hasta descubrir que su habla de todos los días constituía su única riqueza.

El galardón, entregado por el Ministerio de Cultura, está dotado con 125.000 euros, en reconocimiento a toda la trayectoria literaria de un escritor. En anteriores ediciones lo hemos visto en manos de creadores como Rafael Sánchez Ferlosio, Francisco Umbral, Juan Marsé o Álvaro Rojas; así como en las de otros literatos mexicanos como Octavio Paz, Carlos Fuentes y Sergio Pitol. Durante la entrega del premio, el Rey Don Juan Carlos, elogió el trabajo de Pacheco por haber “viajado a través de la riqueza y los matices del español” y mostrar en su obra “Desde lo conversacional hasta la alegoría, desde el monólogo dramático a la voz del cronista, desde el guiño irónico hasta la hondura de un compromiso ético, ejemplar y necesario”. También quiso aludir a las catástrofes que recientemente han tenido lugar en Chile y Haití, leyendo uno de los poemas del premiado, escrito tras el terremoto que asoló México en 1985.

Para el representante de la Real Academia de la Lengua Española (RAE) en el jurado, José Antonio Pascual, José Emilio Pachecho merecía el Premio Cervantes, entre otras cosas, por ser “un poeta excepcional de la vida cotidiana”. Así nos lo descubren algunos de sus mejores trabajos líricos; como Los elementos de la noche (1963), No me preguntes cómo pasa el tiempo (1969), Irás y no volverás (1973), Desde entonces (1980) o Trabajos en el mar (1983). Su constante uso de la metáfora, la pasión por lo inesperado, los tintes melancólicos y el pesar ven la luz a través de un lenguaje coloquial y directo que le ha convertido en uno de los grandes autores de nuestro tiempo.

Comentarios

Deja un comentario