El mar como pretexto

El agua es un elemento fascinante. Cargada de simbología, es nuestra principal fuente de vida y ha sido valorada, y casi venerada, como tal a través de los siglos, por todas las civilizaciones. En sus manifestaciones naturales -tormentas, ríos, lagos…- ha despertado el interés de artistas de todo tipo y no sólo por el carácter vital, legendario, espiritual y simbólico al que hacíamos referencia, sino también por constituir un gran reto a la hora de ser representada: voluble, transparente, brillante y especular; retratar el agua es, sin duda, una de las labores más arduas para un pintor.

El Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) ha inaugurado estos días la exposición “Pintar sobre el mar. El mar como pretexto: obras de la colección del IVAM”, que se enmarca dentro del programa orientado a redescubrir los fondos del propio centro. El comisario de la muestra, Vicenzo Trione, ha seleccionada las mejores piezas del museo -en las que el mar es el protagonista, el motivo o la excusa- y ha estructurado esta exhibición a través de cinco bloques temáticos, donde nos pretende mostrar que la voluble condición del agua es casi tan diversa como la forma que tiene cada artista de representarla.

El primero de los capítulos, “El mar como figura: una premisa histórica”, se centra en la obra de Joaquín Sorolla, Ignacio Pinazo y Julio González; tres creadores que asumen el agua desde una perspectiva mediterránea, como fuente de vida y marco -inundado de luz y reflejos- donde representar el costumbrismo de su época. En “El mar como icono” el comisario nos propone un acercamiento al arte pop, en el que el agua se convierte en un símbolo publicitario más, como se aprecia en la obra de Josep Renau. “El mar como distancia” agrupa las imágenes apocalípticas de Equipo Realidad, Robert Frank, Joan Fontcuberta, Gabriele Basilico e Ian Wallace; donde el mar, pese a estar ante nuestros ojos, se torna impredecible, desapacible, inabarcable y lejano. Gracias a “El mar como materia” podremos conocer las propuestas informales de André Masson, Karel Appel o Juana Francés. Sus representaciones del líquido elemento parecen estar a medio construir; realizadas a base de pinceladas deshechas, pero precisas, nos muestran una imagen del mar llena de matices y superposiciones, en la que los sentimientos se convierten en el principal retratado. El quinto y último apartado temático, “El mar como desaparición: la línea del horizonte”, aborda el tema de lo inalcanzable, del horizonte como lugar existente, pero imposible, que se difumina entre gradaciones o es embebido por las olas, como vemos en los trabajos de artistas como Eduardo Arroyo o Gerhard Richter.

Lírico, monstruoso, vital, simbólico, costumbrista, abstracto, real e impredecible; el mar ha sido fuente de inspiración en todas sus formas, convirtiéndose una vez más en motivo de estudio gracias a esta exposición, que permanecerá abierta hasta el próximo 18 de mayo.

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