El juego no es sólo cosas de niños

El proyecto ‘Aprende a jugar’, del Ayuntamiento de Chiclana obtiene el Premio Generaciones Unidas de la Obra Social de Cajasol.

A pesar de que el juego es una de las facetas que más ocupa el tiempo de los niños, no es algo que se deba tomar a la ligera. No es cosa de niños, precisamente. A través del juego el ser humano, como el resto de las especies animales, se prepara física, psicológica y emocionalmente para su vida de adulto. No es de extrañar por tanto que los juegos cambien en función de los cambios sociales. Sin embargo es importante conocer los juegos del pasado, ya que forman parte de la cultura y de la Historia. Conestas premisas no es difícil deducir que el juego es un medio perfecto a través del cual conectar a las generaciones de abuelos y nietos.

Desde el pasado año, la Obra Social de Cajasol, en colaboración con el Instituto de Mayores y Servicios Sociales (IMSERSO) y la Universidad de Granada viene galardonando a diferentes entidades sociales la labor realizada por los llamados programas intergeneracionales, ayudando a sensibilizar a la sociedad sobre la importancia de mantener unas relaciones beneficiosas entre personas de distinta edad. Para ello se creó el Premio Generaciones Unidas, que este año se ha concedido al proyecto ‘Aprende a jugar’, del Ayuntamiento de Chiclana y  promovido por sus delegaciones municipales de Familia e Infancia, Servicios Sociales y Tercera Edad, al considerar que es “un programa intergeneracional muy bien asentado en el municipio, en estrecha colaboración con todos los centros escolares, con vocación de expansión y con ideas claras acerca de cómo mejorar su calidad”.

El proyecto ‘Aprende a jugar’ se puso en marcha en el curso académico 2004-2005 en la localidad y, actualmente, continúa desarrollándose en todos los centros escolares de Chiclana. El proyecto se basa en que las personas mayores enseñan a los más pequeños los juegos tradicionales. De este modo se crea un espacio para el ocio y la educación a través del juego, fomentándose valores como la solidaridad entre generaciones y de hacer del juego una vía de desarrollo sociocultural, físico y psicoemocional para mayores y pequeños, al tiempo que se contribuye a la conservación de los juegos tradicionales.

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