El crimen como arte

Algunas balas disparadas por Pancho Villa, armas y objetos personales de Jesse James o el coche en el que huyeron los reales Bonnie and Clyde, son solo una pequeña parte de los objetos que el visitante puede encontrar en el singular Museo Nacional del Crimen y del Castigo (Washington). Una institución de iniciativa privada creada para aquellos apasionados por la historia de algunos de los criminales más famosos de todos los tiempos.

No sólo Al Capone, Frank Costello, Carlo Gambino, John Gotti, Lucky Luciano, los cinematográficos Billy el Niño o los hermanos Dalton aparecen en este intrigante museo. También se exponen otros tipos de crimen: desde los grilletes y guillotinas con que se ajusticiaba a los presos en el siglo XVII, a material sobre los juicios de las brujas de Salem y sillas eléctricas, que aún utilizan algunos estados norteamericanos.

Desde la entrada, el museo recrea tanto los diferentes crímenes y épocas, llevando al visitante a un viaje en el tiempo y contextualizar lo más fielmente posible cada uno de los hechos. Junto a estas mentes criminales, también se encuentran los del otro lado, es decir, ‘los buenos’: policías e investigadores como Eliot Ness o el fundador del FBI, Edgar Hoover.

El Museo ofrece, asimismo, la posibilidad de ponerse en la piel de las fuerzas de seguridad y detectives que persiguen a los delincuentes de diferentes calibre enseñando a tomar huellas digitales en la escena de un crimen, realizar un examen forense en un laboratorio CSI, o saber cómo actuar en una persecución practicando en un simulador de tiro del FBI.

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