El arte más veraz

A menudo, el gran público se queja de que existe una ruptura muy pronunciada entre el arte contemporáneo y el gran público. Es cierto que para profundizar, asimilar o disfrutar de ciertas obras se precisan algunas nociones sobre arte que, posiblemente, la mayoría no tiene; pero la realidad es que, incluso del arte aparentemente más accesible, se disfruta más cuando en la medida en que se sabe más.

El Museo Thyssen-Bornesmisza ha presentado estos días una exposición que, sin duda, demuestra que no todo el arte contemporáneo es inaccesible, abstracto o indescifrable. El siglo XX es también el marco en el que se desarrolla el hiperrealismo, una tendencia que, siguiendo la misma estela que los maestros clásicos, aspira a alcanzar una representación lo más veraz posible de la realidad.

Este estilo, consolidado en la década de los setenta, encuentra su inspiración en la más absoluta cotidianidad, mostrando como centro de sus representaciones asuntos tan aparentemente triviales como cuartos de baño, escaparates, paradas de autobús, coches o juguetes. En la elaboración de las obras la fotografía juega un papel fundamental; se utiliza sin tapujos, transmitiendo al lienzo el efecto de congelación temporal, tan propio de las instantáneas.

La exposición cuenta con buenos ejemplos de esta técnica, realizados por algunos de sus más célebres representantes; entre los que destacan nombres como Chuck Close, Richard Estes, Peter Maier o Ben Johnson.

“Hiperrealismo 1967-2012” podrá visitarse hasta el próximo 9 de junio. Las entradas pueden adquirirse en la taquilla del museo, a través del teléfono o de la página web; a un precio de 8 euros o de 5.50, para los mayores de 65 años.

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