Ecos de un Imperio

Deshabitada desde la década de los 90, rodeada de monumentos que hablan de su historia, la historia de la que fuese durante siglos la primera gran capital de Birmania, Bagan es uno de esos tesoros que esconde el continente asiático. Situada a orillas del Yrrawady, miles de fabulosas pagodas y templos se levantan en esta desierta ciudad.

De su época de mayor esplendor, -desde el siglo XI al XIII-, aún quedan 2.220 pagodas. Sin embargo, la mayoría palacios y monasterios que albergaba Bagan, construidos en madera, han desaparecido debido a las invasiones y por ser una zona continuamente castigada con incendios y terremotos. Esto, unido a la cantidad de saqueadores que han “visitado” la ciudad en busca de objetos para los coleccionistas de arte occidentales causando grandes daños, no ha hecho que pierda todo el interés turístico y cultural de este punto de la geografía birmana.

Entre el conjunto impresionante de ruinas y pagodas de Bagan, -más de 5.000-, destacan las del Templo de Ananda. Se trata de un impresionante templo blanco, mandado construido por el rey Kyanzhuta en 1091, que contiene cuatro figuras de Buda. Thatbyinnyu, por su parte, es el templo más alto de Bagan, con imágenes de Buda en el piso superior y magníficas vistas desde lo alto. También, cerca del pueblo, se levanta el templo de Gawdawpalin, construído entre 1174 y 1211: el mejor lugar para contemplar la puesta de sol sobre el río Yrrawady.

Tampoco se puede dejar de visitar la gran pagoda dorada de Shwezigon o uno de los templos más impresionantes de la llanura, el Dhammanyangyi. Estos templos dan una imagen completa de Bagán y son, cada uno, representativos de un estilo.

Bagan es, además, conocido por su artesanía: los trabajos en laca y las marionetas. Si se anima a conocer ésta parte del mundo, una recomendación: alquile una bicicleta o bien una calesa de caballos que le permitan llegar a cada uno de sus rincones.

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