De Saville Row, por supuesto

Por más que le pesara a Armani, cuando un caballero desea hacerse un verdadero traje a medida -y dispone de los recursos para pagarlo- no existe una mejor opción que dirigirse a una conocida calle del centro de Londres y entrar en uno de sus fastuosos talleres. Tras las pertinentes adaptaciones, crisis y renovaciones, quedan todavía 19 de ellos y el nombre del lugar en el que se emplazan todavía es sinónimo de buen hacer y vestuario artesanal: Saville Row.Con una historia que se remonta a dos siglos, las sastrerías del callejón han vestido a lo más granado de la política, las finanzas o el mundo del espectáculo, basando todo su prestigio en una palabra mágica “bespoke”. Es decir, el arte de hacer trajes a medida con patrones que se fabrican y cortan ex profeso para el cliente y que luego se cosen y ajustan a mano hasta en sus menores detalles. Una prenda así acabada sale fácilmente por unos 2,500 € y se considera el equivalente más cercano a la alta costura para señoras que se pueda encontrar en el género del vestuario masculino.

Parte del servicio que ofrecen estos comercios, hoy agrupados en un gremio para combatir el intrusismo, preservar la calidad y evitar las apropiaciones indebidas de marcas, es el consejo profesional que pueden ofrecernos hasta en los más pequeños pormenores, desde el tipo de tejido y cortes más favorecedores a los complementos más pertinentes. Pero ciertas cosas no se negocian y se dan por descontadas: la palabra poliéster está prohibida, mientras que la forma de hacer un ojal o rematar una costura, disponer los botones o forrar las solapas no es algo sujeto a opinión: la verdad es una y la tienen ellos.

Desde luego que el ambiente de tiendas como Henry Poole & Co. o H.Huntsmans & Sons puede emanar cierto clasismo o intimidar por una concepción muy rígida y demasiado clásica de lo que es un traje elegante, pero sus andanadas contra marcas caras que dan gato por liebre a sus clientes solo por poner su etiqueta en la prenda son ciertamente divertidas. Además, en Saville Row también hay negocios que venden lecturas más modernas y evolucionadas como sello distintivo. Es el caso de Ozwald Boateng, que se considera a si mismo no solo un sastre, sino un diseñador artesano y que desde su irrupción ha traído aires de refresco al callejón. Sin embargo, conviene decir que existe un camino paralelo para gozar de todos los privilegios de un gentleman británico por un precio más módico: Hong Kong. Pese al auge de las sastrerías exprés que tiene lista una pieza en 24 horas, con las carencias irremediables que ello significará, aun existen en la vieja colonia algunos maestros como los de A-Man Hing Cheong Tailor Shop que siguen todos las reglas del arte para que un traje nos caiga como si lo hubiesen creado exclusivamente para nosotros y la broma no exceda los 1.000€. Bueno, no “como”: lo habrán hecho a medida para nuestro cuerpo y nos habrá requerido hasta tres sesiones de prueba. El resultado, no obstante, está a la altura de cualquiera de Saville Row, que en esta cuestión es decir a la altura de lo mejor que pueda encontrarse en el mundo.

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