Conversaciones de Rozalén con su abuela

La artista manchega Rozalén, quien hace más de un año lanzó su tercer trabajo discográfico llamado “Cuando el río suena…”, y que estos meses la tiene inmersa de lleno en la gira –homónima- donde visitará gran parte del territorio nacional, así como países de Sudamérica como Colombia, México, etc…, describió el contenido de su último álbum como “Dos años de aprendizaje personal. Relatos potentes de mi abuela y de mis padres que reaparecen y me enseñan… Etapas que se cierran, otras que nacen. Casualidades maravillosas. Es lo más íntimo que muestro. Fragilidades. Secretos de mis raíces. Tabúes que ahora se destapan. Historias sobre las que muchos murmuraron. Es energía, alegría, rabia, orgullo y dolor. Son ganas de contarle al mundo de dónde vengo y qué me enseñan los días… “

Y junto al lanzamiento de cada tema, Rozalén publicó también cinco vídeos hermosísimos que conformarían la original presentación de “Cuando el río suena…” De cada tema, ha publicado un extracto de la conversación con su queridísima abuela en un documental para la memoria de la España de nuestros abuelos.

Y así, Rozalén presentó los temas de su nuevo álbum, comentando las canciones con su abuela:

La puerta violeta: “La liberación tras una represión, la venda que se cae, una puerta que se abre para entrar en otra dimensión por fin amable. Un portazo al maltrato. Es feminismo. Es igualdad. Una regresión consciente, unas imágenes que con el tiempo entendería… Un lugar al que no quiero volver”.

Justo: “El hermano mayor de mi abuela, nuestro desaparecido de la guerra civil española. Poco se supo de su muerte. Nada de su paradero. He crecido escuchando una triste historia pero algo muy bonito me unía a él: Justo también cantaba. Llevo dos años entrevistando a mi abuela para escribirle a su hermano una canción. Y la música y la Asociación de la Memoria Histórica me han llevado a descubrir la fosa común donde se encuentran sus restos desde hace casi 80 años. En Arganda del Rey, con otros más de 200 soldados. Después de vivir lo que ha supuesto para mi abuela y mi familia encontrar su nombre en un registro, saber dónde llevarle una flor, una oración… siento la responsabilidad de contar nuestra historia. Se cerró la herida, finalizó la etapa de duelo, se respira paz… Y su aura nos acompaña y hasta lo recuerdo en un trocito de Habanera que él cantaba y que ahora yo canto en su recuerdo”.

Amor prohibido: “Un regalo para mis padres. La historia de amor más bonita que he conocido. Años difíciles. Un tabú en el pueblo, en la casa. Le pongo música a la maravillosa letra de Felipe Benítez Reyes, que narra cómo un sacerdote, mi padre, llega a su nuevo destino y acaba enamorándose del primer ser vivo que vio cuando llegó, mi madre. No he encontrado mejor manera de mostrarles mi orgullo, después de tantos años”.

Girasoles: “Un homenaje a la gente buena, la que habita la mayor parte del planeta. Una canción para los compañeros que saben amar, los que te facilitan la vida, los que te hacen sentir el sol cuanto te miran, sin superioridad, con cariño y respeto. Es centrarse en las cualidades y dedicar tu tiempo a la gente de luz. Ocupar poca energía a la oscuridad”.

El hijo de la abuela: “Miguel, uno de los ‘desterrados’ del País Vasco. Aquel joven injustamente señalado que tras el primer atentado de E.T.A en 1968 fue detenido, torturado y deportado a Letur, mi pueblo materno. Mi abuela lo acogió sin prejuicios y acabó siendo uno más del pueblo y de la familia. Su intuición fue cierta y Miguel era un hombre bueno. Sus armas nunca fueron violentas. Una dura historia que acabó uniendo a dos familias”.

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