Constante parada

La mayoría de nosotros hemos experimentado en nuestras propias carnes cómo en ocasiones nos cuesta mantener una actividad física, aunque ésta sea leve como caminar a ritmo ligero. Normalmente basta con algo de constancia para recuperar la forma, pero en otras ocasiones, especialmente a partir de ciertas edades, la marcha se va haciendo más dificultosa, obligando a parar cada poco a causa de un intenso dolor en las piernas (especialmente en las pantorrillas) para recuperarse. Es la llamada claudicación intermitente o ‘enfermedad del escaparate’ (el tiempo de las paradas suele ser empleado para mirar escaparates), una patología que afecta a un 20% de los mayores de 65 años y que se produce a consecuencia del engrosamiento de las paredes arteriales (arteriosclerosis) y la consecuente falta de riego sanguíneo.

Uno de los mayores peligros de la ‘enfermedad del escaparate’ no es únicamente la pérdida de calidad de vida que supone, sino que a pesar de ser un síntoma molesto pase inadvertido o no se le dé la importancia que merece (sólo un tercio de las personas que presentan estos dolores al caminar lo consultan con el médico), lo que puede acabar derivando en consecuencias tan graves como la gangrena, un ictus, un infarto de miocardio, la necrosis de los tejidos e incluso la muerte, en el caso de que el proceso afecte, en lugar de a las arterias de los miembros inferiores, a lasarterias cerebrales o las del corazón.

El diagnóstico es todo un hándicap, ya que el desconocimiento de los síntomas de esta enfermedad supone que en la mayoría de los casos se diagnostique cuando la enfermedad ya se encuentra en un estadio avanzado. Sin embargo, si se detecta en sus fases iniciales tiene un pronóstico bueno, pudiéndose parar su evolución e incluso mejorar la enfermedad.

El tratamiento inicial más eficaz consiste en controlar los factores de riesgo, especialmente el mayor, el tabaquismo (multiplica por siete el riesgo de padecer esta enfermedad), seguido por la hipertensión, la diabetes, la obesidad y los niveles de colesterol elevado. Es fundamental el ejercicio supervisado, caminar en llano o bicicleta durante una hora al día mejora los síntomas en nueve de cada diez pacientes. El tratamiento quirúrgico se reserva para los casos más graves, bien mediante cirugía convencional realizando puentes (‘by-pass’) o bien con cirugía endovascular, mínimamente invasiva con la que dilatar los estrechamientos de las arterias para recuperar el flujo normal de sangre.

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