Con la boca por delante

Todos reconocemos determinados alimentos cuyo consumo es saludable mientras que la ingesta de otros son, en mayor o menor medida, perjudiciales para nuestra salud, o que la carencia de determinados nutrientes dañan nuestro organismo. Datos que se van certificando con los estudios científicos que se van prodigando en esta área.

Pero si a cualquier ser humano le afecta su modo de alimentarse, esto se agudiza aún más en los mayores, ya que sus pautas alimenticias se ven fácilmente alteradas por diferentes factores, desde su condición mental a problemas de movilidad que les hace descuidar su alimentación, además de ser más proclives a perder el apetito y presentar más problemas para digerir la comida o absorber los nutrientes, por lo que las personas de edad avanzada son especialmente propensas a padecer desnutrición y, como consecuencia de ello, sufren un empeoramiento en el curso de sus enfermedades hasta tal punto que los gastos sanitarios se encarecen un 56% en los pacientes malnutridos.

Se estima que uno de cada tres pacientes mayores que son hospitalizados se encuentran malnutridos y que, según informa la Fundación Española de la Nutrición (FEN) en el Libro Blanco de la Nutrición en España, uno de cada cuatro mayores padece desnutrición en España, especialmente mayores de 80 años que viven solos.

Un ejemplo de los perjuicios que conlleva una mala nutrición en los mayores lo proporciona el estudio realizado por un grupo de investigación de la Universidad CEU San Pablo según el cual las dietas con alto contenido en grasa son perjudiciales para un adecuado funcionamiento de los circuitos neuronales en el hipocampo, lo que podría tener un impacto significativo sobre la función cognitiva de los individuos obesos. Este estudio viene a refrendar la idea de numerosos estudios que consideran el desequilibrio nutricional como fuente de ciertos trastornos neuropsicológicos. En esta misma línea de relación entre nutrición y trastornos cognitivos se podría encuadrar la tesis expuesta en la mesa redonda sobre ‘Envejecimiento Activo y Salud’ el pasado noviembre en la que se considera que la falta de nutrientes provoca síntomas similares que una demencia senil, de modo que en ocasiones es posible encontrar mayores que parecen padecer una demencia senil cuando en realidad tienen una carencia de vitamina B12.

Según ha explicado el presidente de la FEN durante la presentación del Libro Blanco de la Nutrición en España, los españoles “somos unos privilegiados por la posibilidad que tenemos de alimentarnos”, ya que no sólo nuestra gastronomía es un referente internacional sino que además contamos nuestra dieta mediterránea, declarada patrimonio de la humanidad y todo ello nos da la oportunidad de tener un buen estado nutricional. Sin embargo, los españoles nos estamos alejando de esta dieta mediterránea reduciendo el consumo de frutas y verduras, no tomando suficientes hidratos, consumiendo un exceso de grasas y proteínas y con un escaso aporte de zinc y calcio.

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