Con espíritu americano

Hacer hoy esta sugerencia puede parece una cruda ironía, o tal vez una instructiva penitencia, pero se trata sobre todo de un gozoso entretenimiento. Y es que ahora que tantos europeos aprovechan el cambio favorable euro-dólar para irse a dar un garbeo por las avenidas deManhattan, posiblemente también sientan curiosidad y morbo por ver el laboratorio del descalabro financiero que lleva dos meses acaparando titulares. Porque el mero nombre de este distrito es sinónimo de grandes negocios y transacciones comerciales, aunque viniese dado por unos muy humildes orígenes: el lugar en el que se alzaba una empalizada para defender Nueva Ámsterdam de ataques externos e impedir fugas de esclavos, esto Wall Street (la calle del muro).

Pero para tener una perspectiva histórica de esta fortaleza del capitalismo mundial, y de sus recurrentes terremotos, nada mejor que acercarse alMuseum of American Financial History, una institución independiente que según su lema celebra “el espíritu emprendedor y la tradición del mercado libre” que ha convirtió a la gran Manzana en el centro económico del mundo. En sus salas, sin embrago, también podrá ver los testimonios de algunas de sus chapuzas, del desmoronamiento de 1929 a la explosión de la burbuja de 2000, a la espera de los jugosos fondos que los últimos episodios del parqué puedan aportarle. Un instructivo pasaje por un mundo y sus residuos –bonos, títulos, imágenes y etc.- que con la quiebra o nacionalización de tantas firmas emblemáticas podría estar sufriendo una metamorfosis definitiva.

Claro que también es posible que el viajero sienta poca afinidad por las sibilinas maneras para hacer dinero de los tiburones de la bolsa y prefiera entendérselas directamente con el sindicato del crimen: el viejo y muy dudoso gremio que ha tenido casi tanta importancia icónica en el imaginario americano como Wall Street. Sin embargo, aunque tampoco faltasen en Nueva York, si hay una ciudad estadounidense íntimamente relacionada con los gángsters y sus sucios trapicheos, esa es Las Vegas.

Su mismo desarrollo tuvo detrás el sucio dinero del hampa y, durante décadas –como tantos films memorables se han encargado de recordar- la única ley allí conocida fue la de los intereses mafiosos. Esa Sin City, disipada y peligrosa, es ahora un recuerdo del pasado que con astucia se afana en explotar la ciudad presente para gusto de turistas y familias que buscan más espectáculo que vicio en sus excursiones. Tours guiados nos adentran en los tejemanejes de estos inquietantes patrones de la ciudad del juego, mientras que su alcalde ha anunciado la inauguración de un museo para 2010 que rinda cuenta de sus andanzas. Entre los comisionados para la tarea, la extravagante combinación del FBI con sus archivos y los descendientes de algunos de aquellos hampones, unidos en la noble tarea de dar a conocer un pasado tan equívoco como cercano.

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