Los coches son de las pocas cosas que pierden valor nada más poner una rueda fuera del concesionario. Con el paso de los años nadie quiere un trasto viejo en casa, que tiene muchas menos prestaciones, consume más gasolina y encima cuestan más los seguros e impuestos que el propio vehículo.
Eso, sobre el papel, es una realidad… pero en parte porque está de moda lo retro, en parte porque la belleza de lo antiguo jamás ha sido superada por lo novedoso y en parte porque dominar los sentimientos es una misión imposible, lo cierto, es que existen determinadas marcas y modelos de coches que lejos de considerarse unos viejos cacharros sin utilidad se han convertido en piezas de coleccionista, en reliquias del mundo del motor subastadas precios desorbitados.
También hay modelos de antes que, en muchos casos, han intentado reinventarse y adaptarse a los tiempos que corren mejorando los motores y las comodidades, pero que poniéndolos al lado de sus antecesores la distancia es como de la tierra a la luna.
Muchos modelos modernos de Mini, Seat, Jaguar, Volkswagen, etc. se basan en modelos de hace más de 30 años, porque su diseño está ahora más vigente que nunca. Pero más afortunado es quien tiene en sus manos uno de estos originales que, en muchos casos, supera el precio de algunos de los nuevos.
Los acabados, las pinturas, los bordados o las pieles poseen una elegancia y una calidad que los nuevos modelos han intentado copiar millones de veces sin éxito alguno. Y es que, la manera de hacer las cosas de antes es bien diferente a la de ahora.
Las películas y series antiguas hacen gala de esas joyas de la automoción que ni los años ni las modas son capaces de dejar a un lado. Vehículos que a muchos de nosotros nos transportan a una época o a un momento de nuestra vida en que pensábamos que el tiempo nunca pasaría y mucho menos que volveríamos a revivir historias sólo con ver una foto del que fuera nuestro primer coche.