Celebrar la Navidad

La celebración de estas fiestas que conmemoran el nacimiento de Jesús, se remonta a los orígenes del cristianismo. Fue en el siglo IV d. C., durante el reinado de Constantino El Grande, cuando probablemente se fijó la fecha del 25 de diciembre como día cumbre de las fiestas. Esta selección tiene que ver con su coincidencia con la celebración romana del Sol Invictus, consiguiendo de este modo cristianizar una fiesta tradicionalmente pagana, relacionada con el solsticio de invierno.

Sin embargo, la iglesia de oriente, comienza la celebración de la Navidad el día 6 de enero, día en que en Occidente se festeja la Epifanía, como manifestación de Dios a los Magos y, por tanto, a todos los pueblos.

Es tradicional que, en Nochebuena, las familias se reúnan a cenar.Aunque el carácter religioso de la fiesta se ha perdido para algunas de ellas, otras todavía guardan su significado profundo y llevan a cabo tradiciones como bendecir la mesa de una forma especial, recordando el Evangelio del día, poner la figurita del niño en el Belén o cantar villancicos en familia.

Otras celebran también la llegada de Papá Noel, otra tradición cristiana relacionada con San Nicolás, obispo de Mira, en el siglo IV. El origen de sus regalos navideños tiene que ver con la historia de este obispo que, anónima y desinteresadamente, ayudaba a los niños desfavorecidos, tirándoles bolsas de oro por la chimenea. Hoy en día, sus regalos se ponen en el Árbol. De nuevo, se trata de una tradición cristiana, esta vez germánica, relacionada con la evangelización de estas tierras por parte de San Bonifacio. Para acabar con el culto a los árboles sagrados se cuenta que plantó un abeto, explicándoles que por su hoja perenne simbolizaba la eternidad de Dios. Lo decoró con manzanas como recuerdo del pecado y con velas, que simbolizan la luz de Cristo y su victoria sobre el mal.

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