Se cumplen 75 años del estreno de una de las películas más icónicas de la historia del cine, Casablanca. Una obra maestra hecha film que ya en el año 1943 (un año después de su estreno) ganó tres premios Oscar, incluyendo el galardón a la mejor película.
Todavía hoy Casablanca sigue revolucionando nuestras pulsaciones porque no es una película más, ni una historia más de la Segunda Guerra Mundial, ni tan siquiera es una historia de amor al uso, sino que su guión es especial, aborda el tema de las migraciones y la patria con diálogos maravillosos cargados de frases que han pasado a la historia.
Sus protagonistas Humphrey Bogart en el papel de Rick Blaine e Ingrid Bergman como Ilsa Lund son inmejorables. Nadie como ellos para narrar lo que se estaba viviendo en los años 40 en Casablanca, una ciudad a la que llegaban huyendo de los nazis gente de todas las ciudades y en la que él era el propietario del ”Rick’s Café”.
Casablanca es el lugar de encuentro entre Rick e Ilsa, quienes habían vivido una historia de amor dos años atrás en París, justo antes de que ella le dejara plantado coincidiendo con la entrada de las tropas alemanas en la capital francesa. Pero esta vez, Ilsa llegaba a Casablanca sin saber que se iba a encontrar con Rick y acompañada por su marido Víctor Laszlo, un líder checo y héroe de la resistencia objetivo de la policía secreta. Todo cambió en el momento en que los protagonistas volvieron a verse. Él, Bogart, convertido en un galán rompecorazones se derretiría de nuevo ante la presencia del que fuera el gran amor de su vida.
Para los que ya habéis visto Casablanca ya sabéis cómo continúa así que preparad los pañuelos y los que no la habéis visto, no espereréis lo obvio ni lo habitual, ésta no es una película sin más, es una cinta para disfrutar de cada imagen, de cada diálogo, de cada silencio, de cada escena, de la música… Casablanca lo tiene todo, incluso 75 años después de su estreno, esta película sigue cautivando. Sin duda, este es un buen momento para ponerse cómodos, apagar las luces y dejarse seducir por el blanco y negro.