Caminos de fuego y piedra

Cubierta por un halo romántico, por su agitada  historia, sus anchos cielos borrascosos, sus  islas de geografía quebrada y sus desgastadas colinas, Escocia es uno de los destinos que más misterio evocan en muchos viajeros. Un lugar idóneo para visitar con paso despacioso y una distinción propia de otras épocas.

Y  un plan, una excusa perfecta para hacerlo es seguir la ruta de algunas de las destilerías que han convertido este extremo norte de Gran Bretaña en cuna de los aguardientes más famosos del mundo: el whisky. Conscientes del poder de atracción que despierta la producción de este elixir, llevado a término en un escenario de hechizo, entre verdes pastos en los que crece la cebada que sirve para su confección y lagos, riachuelos y manantiales que proveen el agua cristalina necesaria, las autoridades turísticas y los consorcios productores hace tiempo que han abierto al público las destilerías y animado a que la gente se acerca a ellas a conocer la paciente alquimia que acaba por poner en los vasos de los más afortunados esta bebida aromática, crepuscular y llena de matices.

Aunque existen varias zonas productoras, de las Tierras Altas a las Hébridas, posiblemente sea la franja que tierra que se extiende a ambas riberas del helado Spey , el llamado rectángulo de oro, aquella que acumule mayor densidad de destilerías; un hecho que se aprovechado para crear el Malt Whisky Trial, la senda que une a algunas de las más destacadas, así como a  fábricas de toneles y otras industrias subalternas, y que de paso permite ver las turberas de las que se extrae el combustible vegetal que da al whisky su particular aroma o el ambiente rural y tradicional que ha facilitado la transmisión y conservación de una cierta manera de hacer las cosas.

Es un excelente modo de iniciarse en este apasionante mundo y conocer de cerca parte de las compañías en las que se ha fundado esta leyenda hoy universal: Cardhu, Cragganmore, Knockando y etc.

Sin embargo, dado que parte del atractivo consiste en ir probando los productos que nos ofrecen tras cada visita,  y habida cuenta de que lo más aconsejable es impregnarse lentamente de esta particular atmósfera, hay que recomendar frecuentes paradas para hacer noche y reposar de las intensas experiencias que nos regalará cada día. Y nada hay mejor para no romper el sortilegio que buscar la acogida en algunos de los torreones y c que jalonan el camino. El Castillo Muckrach no puede encarnar mejor el ideal de una casa solariega de las Highlands, mientras que la Culloden House, con su aire señorial georgiano, tiene la gracia añadida de haber sido el cuartel general de Bonnie Prince Charlie y el ejército que en 1745 combatió por conservar las libertades escocesas. Si se prefiere algo más discreto y de confort más  recogido y casero, también queda a mano el Loch Kinord Hotel, entre muchos otros.

Y ya puestos a hacer las cosas con clase y elegancia, ¿porque no permitirse un último capricho y recorrer las sinuosas carreteras con un coche de época? Desde luego no es la opción más económica, pero para eso estamos hoy en la sección en la que nos dejamos llevar por la imaginación.

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