La capital húngara es famosa por sus ruinas romanas, su arquitectura gótica y barroca, sus baños turcos, la belleza del Danubio y la amabilidad de sus gentes.
Desde luego, en una visita relámpago, no podemos dejar de ver la Avenida Andrássy (patrimonio de la Humanidad), el puente de las cadenas o la Basílica de San Esteban, considerada la sinagoga más grande de Europa.
Pero si hay algo bueno, saludable y más que apetecible que tiene esta ciudad, eso son sus cerca de 120 fuentes termales con aguas que brotan a temperaturas de 21 a 78 grados centígrados. 70 millones de litros diarios de agua que revitalizan cuerpo y mente.
Los baños termales son muy recomendables par las personas mayores ya que resultan muy beneficiosos para nuestro organismo y alivian muchos problemas típicos de la edad. Entre sus propiedades destacan:
- Aumentan la temperatura corporal, lo que hace que mueran muchos gérmenes y virus.
- Incrementan la circulación sanguínea y la oxigenación por lo que eliminamos toxinas.
- Estimulan las defensas del organismo.
- Tienen poder analgésico y calmante de dolores.
- Estimulan las secreciones del estómago y el hígado y facilita la digestión.
- Gracias a sus minerales (ser magnesio, calcio, azufre y carbono) son muy buenos para el sistema nervioso y relaja la mente.
- Se recomiendan para enfermedades de la piel como la psoriasis, los hongos y la dermatitis que pueden mejorar notablemente con estos baños curativos.
- Reconstituyen y tonifican.