Bibliotecas: casas públicas del conocimiento

Pero no hay que remitirse a referencias legendarias. Una de las más notables virtudes de las bibliotecas es su extensión universal y su cercanía, por lo menos en el primer mundo, a cualquier ciudadano.

Posiblemente no haya ningún pedazo de tierra que pueda concentrar en menos espacio más densidad de conocimientos, aventuras, romances, disquisiciones, crónicas, historias, memorias y todo lo que puede ser recordado y registrado. La mayoría de ellas, las de ámbito municipal, provincial o comarcal, son de libre acceso y suele basta con una fotografía y un documento de identidad para acceder a sus contenidos. Si hace tiempo que no pasa por una, además, es muy posible que se sorprenda con el cambio que muchas han experimentado.

Porque además de poder tomar libros en préstamo como toda la vida y leer los principales periódicos nacionales y locales, así como una amplia selección de revistas y semanarios, cuentan con bien nutridas secciones multimedia, que incluyen películas, documentales, discos compactos, cursos de idiomas y otras materias y dispositivos para su cómodo visionado o escucha en el propio centro.

Además, la informatización de los servicios y su puesta en línea van permitiendo acceder a los catálogos desde el ordenador de casa e incluso realizar reservas o renovar préstamos mediante Internet.

Otra fantástica posibilidad, que no todo el mundo conoce y mucho menos usa, consiste en realizar desideratas. Se trata de rellenar un formulario con los datos de un libro en el que estemos interesados. Dado que los bibliotecarios disponen de unas provisiones para ir ampliando sus fondos, parte de las adquisiciones nuevas se hacen contemplando los gustos y peticiones del usuario. En muchos casos llegan incluso a avisarnos una vez se ha procedido a la compra.

También conviene estar atento a los rastrillos. Periódicamente, por problemas de almacenamiento, las bibliotecas han de deshacerse de revistas y libros viejos. Uno de los métodos más populares es ponerlos a la libre disposición de quien quiera llevárselos sin coste alguno.

Además, muchas bibliotecas ejercen también de centros culturales y de intercambio social. No sólo disponen de tablones de anuncios o de espacios comunes, en su interior suele darse cabida a exposiciones, charlas, sesiones de cuentacuentos y actividades de las que merece la pena estar informado.

En un próximo artículo nos adentraremos en otro género de bibliotecas: las temáticas, las privadas de acceso restringido o las grandes bibliotecas nacionales.

Pero por ahora quedémonos con la idea de que la red básica nos queda a la vuelta de la esquina y puede ofrecer bastante más de lo que muchos imaginan.

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