Bellos durmientes

No sabremos si la Bella Durmiente era tan hermosa porque durmiera casi eternamente, pero lo cierto es que la realidad muestra que uno de los mayores secretos de belleza es el descanso que proporciona dormir lo suficiente.

Lo cierto es que los científicos han descubierto algunos fenómenos que explicarían el por qué dormir realza nuestra belleza. Por un lado se sabe que la hormona del crecimiento, responsable también de la regeneración celular, se segrega durante las 3 o 4 primeras horas de sueño. Sin embargo no es suficiente dormir de cualquier modo y en cualquier momento. Las horas que dormimos durante el día no son igual de reparadoras… Hormonas como la melatonina únicamente están presentes en nuestro ciclo nocturno, y eso afecta al aspecto de nuestra piel. Durante el sueño, el cuerpo experimenta procesos de reparación y desintoxicación del organismo de manera natural además de que los ojos lucen más abiertos, los músculos relajados, la piel hidratada y, por sobre todas las cosas, las arrugas están menos marcadas.

Pero si importante es el sueño para nuestro rostro, no es lo menos para el resto de nuestro cuerpo… Dormir mal afecta también a nuestro metabolismo haciendo que durante la noche no funcionen correctamente ni las funciones de la combustión nocturna y ni la proliferación de hormonas que regulan el hambre y la saciedad, de forma que un sueño de calidad nos ayudará a combatir la obesidad y a no acumular grasas.

Para quien guste de ratificar esta apreciación de la realidad de un modo más científico, se publicado en la revista Journal of Clinical Sleep Medicine los resultados de una investigación llevada a cabo por investigadores de la Universidad de Michigan (USA) que demuestra cómo el tratamiento de la apnea del sueño con mascarillas que evitan la interrupción de la respiración (mejorando la calidad del sueño y por tanto el descanso) consigue mejorar el aspecto exterior.

Es importante que para alcanzar un sueño reparador se sigan algunas pautas de forma rutinaria. Lo primero es la cena, que ha de ser ligera pero debe contener hidratos de carbono, verduras y lácteos. Además debemos relajarnos y dejar de lado aquello que nos estrese o que tenga que ver con nuestro trabajo, al menos dos horas antes de ir a dormir –podemos hacerlo con la lectura, baños calientes…-. Todo esto debemos realizarlo casi como un ritual, repitiéndolo día tras día, del mismo modo y a las mismas horas para que nuestro cerebro aprenda cuándo hay que comenzar el sueño y todo ello acompañarlo de un ambiente igualmente relajante, exento de ruidos y luces, con una temperatura confortable que debe oscilar entre 19 y 26 grados y estar siempre ventilada. Con esto, seguro que tendremos ‘bellos sueños’.

Comentarios

Deja un comentario