Bajo el fondo del mar II

Alejandría era, hasta hace unos años, una de las ciudades menos visitadas de Egipto, pese a ser una de las más significativas. Todavía hoy no suele estar dentro de los recorridos turísticos que se ofrecen a través del país del Nilo y, para conocerla, casi siempre es necesario llevar a cabo una ampliación de los mismos. Si bien es cierto es que entre sus calles no se encuentra ningún monumento de visita inexcusable, la cosa no es igual bajo sus aguas, lo que ha convertido a la famosa ciudad, fundada por Alejandro Magno en el año 332 a. C., en un destino perfecto para buceadores.

Tras más de 25 terremotos, el Mediterráneo terminó por hundir entre sus aguas prácticamente todos los vestigios de la que, durante un tiempo, fue una de las ciudades más importantes del planeta. Cleopatra, Alejandro Magno o Napoleón son sólo algunos de los personajes históricos cuya historia está ligada a esta ciudad, famosa por su Faro: la última de Siete Maravillas del Mundo Antiguo. Construido en el siglo III a. C. sobre la pequeña isla de Pharos, tal fue su fama que el nombre del islote ha acabado por convertirse en la voz que se utiliza genéricamente para nombrar a estas útiles construcciones, imprescindibles para que los navíos lleguen a buen puerto. El Faro de Alejandría alcanzaba los 134 metros de altura y estaba recubierto con fino mármol; en la parte superior, durante el día, un espejo reflejaba la luz del sol, mientras que, de noche, una hoguera indicaba el camino hacia el Delta del Nilo gracias a una gran hoguera que podía verse desde 50 kilómetros de distancia. Otra de sus edificios más emblemáticos fue su Biblioteca, también del s. III a. C., que llegó a albergar cerca de 700.000 volúmenes, algunos de ellos verdaderas maravillas, convirtiéndose en la más grande del mundo. Gracias a un proyecto de la UNESCO en el año 2002 se inauguro una nueva Biblioteca Alejandrina, creada gracias al apoyo económico de europeos, americanos y árabes.

Pero el verdadero tesoro de la ciudad se encuentra bajo el agua, donde se esconden más de 7.000 maravillas del mundo antiguo; un auténtico filón para los amantes del “buceo histórico”. El enclave más importante -y también el más “buceado”- es la ciudad submarina de Heracleon, con sus más de 120 hectáreas perfectamente conservadas que permiten visitar bajo el mar los principales monumentos de la urbe e incluso un templo faraónico de época Ptolomea. Otra preciosa inmersión puede hacerse para contemplar la ciudad de Cleopatra y su palacio; y si, más que la arqueología, lo que interesa son los pecios es posible sumergirse para descubrir embarcaciones de época romana y egipcia.

Alejandría es una ciudad llena de posibilidades que cuenta también con algunas ruinas que se pueden visitar sin ponerse escafandra -lascatacumbas de Kom ash-Shukafa, el anfiteatro y las termas romanas de Alejandría- pero, sobre todo, es una ciudad que conserva en su ambiente la grandeza de lo que fue, un olor especial fruto de la mezcla cultural y el poso intelectual que germinó sobre su tierra.

Comentarios

Deja un comentario