Arquitectura y vino

La proliferación de bodegas diseñadas por grandes arquitectos ha contribuido en gran medida a impulsar todavía más lo que bien podría llamarse “turismo vinícola”. Algunos establecimientos cuentan incluso con hoteles dentro de sus instalaciones, ofreciendo la oportunidad de que sus clientes disfruten de catas, así como de la gastronomía y el entorno de la zona, en un ambiente único, proyectado por grandes genios de la arquitectura internacional.

Concebida como todo un templo del arte, en Elciego se alza la Ciudad del Vino de Marqués de Riscal, proyectada por Frank O. Gehry -famoso en nuestro país por el diseño de otro conocido contendor de arte sito en Bilbao, el Guggenheim- sus láminas de titanio se retuercen como la vid conformando un complejo que cuenta con hotel, spa y restaurante. La opulencia es tal que el vino casi parece una excusa.

Muy cerca, en Laguardia, encontramos las Bodegas Ysios, diseñadas por el ingeniero Santiago Calatrava. Su inconfundible diseño ondulado se integra a la perfección con la suavidad del paisaje. En la misma población están también sitas las Bodegas Viña Real, del arquitecto francés Philippe Mazieres, cuyo llamativo diseño está orientado a extraer la máxima calidad del vino, durante su proceso de elaboración.

El genial Rafael Moneo es la mente pensante de las Bodegas de Julián Chivite, en Estella (Navarra). Considerada por el propio creador como una “bodega paisajística”, la estructura de hormigón abujardado que acoge los tres edificios primigenios, no deja indiferente. Lo mismo sucede con la creación de Sir Norman Foster para Portia, la última bodega en maridarse con un gran arquitecto, para explotar la moda del enoturismo.

En Haro, Zaha Hadid han hecho un excelente trabajo para las bodegas López de Heredia; mientras que Richard Rogers nos regala el diseño de las de Protos (Peñafiel, Valladolid), donde a través de sus arcos de madera sobre base de piedra, deja manifiesta su soltura para utilizar un lenguaje tradicional de una forma moderna y funcional.

Pasar un fin de semana, disfrutando de catas y degustaciones; alojarse en edificios imposibles, donde tradición y modernidad conviven en armonía; perderse por la geografía española en busca de sus raíces. Un plan acertado, lo mires por dónde lo mires.

Comentarios

Deja un comentario