Adiós a Delibes

A primeras horas de esta mañana la familia de Miguel Delibes anunciaba la muerte del escritor en su casa de Valladolid a los 89 años, esperada tras el grave empeoramiento de ayer y después de luchar contra un cáncer de colon diagnosticado en 1998, el mismo día en el que entregó a la editorialEl hereje, momento a partir del cual, como él mismo declaró, de lo único que se ocupó fue de su salud.

Delibes, miembro de la Real Academia de la Lengua, obtuvo los máximos galardones de las letras españolas, entre ellos el ‘Príncipe de Asturias de las Letras’ (1982) y el ‘Cervantes’ (1993), sin embargo es más probable que muchos hayan llegado a su obra bien a través de las versiones cinematográficas de dos de sus grandes creaciones, El disputado voto del señor Cayo y Los santos inocentes, o bien con la magistral interpretación teatral de la actriz Lola Herrera del monólogo Cinco Horas con Mario. Licenciado en Derecho por la Universidad de Valladolid y Catedrático de Derecho Mercantil, también trabajó como empleado de banca, fue caricaturista en el diario Norte de Castilla, donde más tarde trabajaría como periodista, hasta llegar a dirigirlo, convirtiéndolo un diario liberaldesde donde emprendió una serie de campañas en favor del medio rural castellano, enfrentándose con el régimen y la censura.

Fue un gran periodista, maestro de gente como Manuel Leguineche o Francisco Umbral. Último gran referente de las letras castellanas del siglo XX, renovó la literatura española con importantes innovaciones formales y publicó más de 60 obras entre novelas, libros de viajes y diarios, un legado marcado por el sentimiento amoroso, la desigualdad social y el contraste entre la vida en el medio rural y en la ciudad. Le interesaba el habla de las gentes del campo, cuyo léxico es considerado como uno de los últimos reductos del español de Castilla. Así, en la que fuera su última intervención pública en diciembre 2009, durante la presentación de la nueva Gramática de la Lengua Española afirmó que “La lengua nace del pueblo; que vuelva a él, que se funda con él porque el pueblo es el verdadero dueño de la lengua”.

Siendo periodista en El Norte de Castilla recibió en 1947 el premio Nadal, por La sombra del ciprés es alargada, su primera novela y que serviría como pistoletazo de salida a su prolífica producción de la que destacan títulos como El camino (1950), Mi idolatrado hijo Sisí (1953), Diario de un cazador (1955),  (1957), Las ratas (1962), La hoja roja (1962), Cinco horas con Mario (1967), La parábola del náufrago (1970),El príncipe destronado (1973), Las guerras de nuestros antepasados (1975),El disputado voto del señor Cayo (1978), Los santos inocentes (1981),Madera de héroe (1987), Mi vida al aire libre (1989) y El hereje (1999).

Fue un viajero incansable, interesado en lo que sucedía en todo el mundo, y sin embargo nunca quiso abandonar su Valladolid natal. La defensa de la naturaleza y el arte de la caza han sido, además, dos pasiones que le ocuparon a lo largo de toda su vida. En él se encuentra una sencillez barojiana, pero su observación de la realidad va más allá, de forma que conduce la historia para que se vea el alma, siendo el paisaje un pretexto. Un ejemplo es el de Los santos inocentes, donde, aunque es cierto que hay campo, su soledad y la tristeza rotunda que se esconde en medio de la miseria, hay sobre todo una metáfora de esa larga y honda soledad que padecen los hombres que no se acompañan por dentro.

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