Abuelas del Rock and Roll y la revolución del 68

Aunque la cuestión de las diferencias generacionales ha sido, es y será una constante en las diferentes sociedades a lo largo de la Historia del ser humano, no es menos cierto que cada vez, cada generación va estando menos ‘marcada’ por su edad, por su generación. Dicho de otra forma: hasta hace apenas unos decenios, era relativamente fácil establecer un ‘patrón’, unas características generales, para cada grupo de edad. Sin embargo, hoy en día los roles, las aficiones, los gustos crean perfiles muy diversos en una misma franja de edad. Hasta hace no mucho cuando se hablaba de una persona mayor prácticamente apenas había lugar para un ‘modelo’. Hoy es posible encontrar a personas de 50 ó 60 años muy diferentes que además poco tienen que ver con cómo eran nuestros padres y abuelos a esas edades, y no digamos ya si se tratan de las mujeres…

Anna Freixas, Doctora en Psicología (Universidad de Barcelona), profesora jubilada de la Universidad de Córdoba, y autora del libro “Tan frescas. Las nuevas mujeres mayores del siglo XXI” (Barcelona: Editorial Paidós, 2013), ha querido romper con esos tabúes que la sociedad viene imponiendo sobre las mujeres mayores a las que se considera ‘invisibles’ una vez traspasada la frontera de los 50. Sin embargo estas mujeres que hoy tienen 60, 70 y 80 años son las hijas del rock and roll, del feminismo, de unos tiempos liberadores, revolucionarios que hace apenas unos decenios protagonizaban rompiendo moldes y que las han convertido en unas mayores del siglo XXI independientes, activas y exigentes.

Como dice Rosa Regás en el prólogo de este libro al analizar la obra, “tras haber hecho un examen pormenorizado de las mil desventajas que se nos acumulan con la edad, en un giro extremadamente bello y de gran agilidad, pasa a continuación a explicarnos que ninguna de esas desventajas es real, como lo demuestran los cientos de casos de mujeres que se han puesto el mundo por montera y que, tras analizar su situación social, deciden mantener en alto su autoestima, no como consuelo, sino como un sentimiento personal, no social, que responde a la verdad”. Añade Regás que “Sorprende la capacidad de análisis de la autora antes de llegar a la conclusión de que sólo comprendiendo lo que somos alcanzaremos un nivel superior de identidad y, en consecuencia, de plenitud y de felicidad” (…) Ser mujer, ser mujer anciana y seguir viviendo la vida con intensidad y curiosidad es lo mejor que nos puede ocurrir para aprovechar del todo este bien que es la vida”.

Queda claro que este libro de Anna Freixas, que ya ha abordado en otras obras la situación de las mujeres mayores (“Abuelas, madres e hijas”, “Nuestra menopausia” y “Los cambios en la vida de las mujeres”) ofrece en esta ocasión, como señala Regás, un estímulo para “las mujeres mayores, ancianas, o simplemente viejas que no nos conformamos con ver la edad como la espera de la muerte, sino como continuación de una vida de la que estamos dispuestas a aprovechar hasta la última gota”.

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