¡A por los cien!

La esperanza de vida se ha disparado en el último siglo. Muchos factores han coadyuvado en ello, como los progresos en el campo de la medicina o unas mejores condiciones de vida e higiene para parte importante de la población mundial. Pero las claves de la extrema longevidad siguen siendo escurridizas y estudios científicos y sociológicos tratan de ahondar en ellas.

Por ejemplo, la pregunta se planteó no hace mucho en Cuba, dado que el país caribeño habita un llamativo número de centenarios. En la provincia de Villa Clara, la que tiene mayor esperanza de vida de la isla, se encuestaron a 54 personas que habían franqueado el umbral de la centena y se investigaron sus hábitos de vida. Los resultados señalaron algunas reveladoras coincidencias.

Las dietas de la mayoría, un 95%, eran variadas y equilibradas, con fuerte presencia de vegetales, pescados, lácteos, huevos y escasa ingesta de carnes rojas. Además, sazonaban las comidas con ingredientes naturales y con muy moderadas cantidades de sal. Eran también bastante metódicos con sus horarios y no abusaban de las bebidas alcohólicas. Pero, curiosamente, un porcentaje elevado de la muestra no escamoteaba el tabaco (el tabaco natural cubano, todo ha de decirse) y eran ávidos consumidores de café.  Los encuestados habían llevado vida campesina casi en su totalidad, y guardaban por ello una buena forma física, pero ello no les había evitado tener variedad de intereses, que aún mantenían y que les ayudaba a conservar un estado mental lúcido. Para rematarlo, una vida sexual activa había acompañado a buena parte de los integrantes del estudio.

Pero como siempre parece confirmarse en estos casos, la herencia genética era un factor nada desdeñable: un 60% de la muestra eran hijos de centenarios.

El Registro Nacional de Centenarios de España (RENACE) también ha llevado a cabo algunas indagaciones. Y no puede decirse que sus conclusiones sean sorprendentes en algunos aspectos: estilos de vida adecuados y con baja exposición a toxinas como el alcohol o el tabaco son una constante, como lo son el mantener un peso adecuado o una constitución especialmente resistente a las infecciones. Con todo y con ello, RENACE señala otros factores que no hay que menospreciar,  como vivir en un país con un buen sistema de salud pública o en el que se disfrutan de buenas medidas de seguridad vial que previenen accidentes.

Por lo que concierne a la dieta, el régimen de comidas de otro gran foco de centenarios, la isla japonesa de Okinawa, también ha sido sometido a escrutinio. Los investigadores encontraron, como era de esperar, que las verduras, los cereales y el pescado componían un altísimo porcentaje de su alimentación. Pero también descubrieron otro aspecto sobresaliente: la restricción calórica que practicaban. Es decir, la costumbre de comer moderadamente en raciones ajustadas. Un rasgo que se ha manifestado también en otras comunidades longevas y que concuerda con intuiciones previas sobre la cuestión.

Pero la investigación en otros rincones con alta frecuencia de personas longevas ha llevado también a otras pistas. Principalmente, la presencia elevada de determinadas alteraciones genéticas. Hoy, el estudio de los “mecanismos” de envejecimiento y la manera de retardarlos se centra en el desvelamiento de esas secuencias de nuestro ADN que pueden marcar el ritmo de nuestro cuerpo.

Sin embargo, a falta de poder elegir nuestros genes o modificarlos, y conociendo de sobra el beneficio de una alimentación sana y del ejercicio físico frecuente, hay todavía otro elemento que parece ser recurrente entre la humanidad más veterana: una actitud vitalista y positiva, capaz de conformarse y disfrutar de lo que tiene y de apreciar los placeres sencillos. Un consejo válido para todos y que si no puede asegurarnos una larga existencia sí, al menos, nos permitirá que sea más dichosa.

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