Nietos brillantes

Esta semana ha sido noticia que un niño mexicano de tan sólo diez años está terminando el curso de preparación para acceder a la universidad. Con un coeficiente intelectual similar al de Albert Einstein -de entre 152 y 160- Luis Roberto Ramírez ya tiene plaza en Harvard. No tendrá problemas con el idioma, ya que aprendió inglés de forma autodidacta a los 5 años, mientras que actualmente estudia francés y chino mandarín. Todo un cerebrito.

Como bien apuntan sus padres “tener un hijo superdotado es un orgullo, pero también una gran responsabilidad”. Para poder manejar esta situación en casa y encauzar tanto las capacidades, como la estabilidad emocional de los niños con capacidades especiales, lo primero de todo es darse cuenta de que las tienen.

Los padres de Luis Roberto hace apenas dos años que se dieron cuenta y es que, realmente, la detección precoz es complicada. Existen algunas alarmas que suelen repetirse en muchos casos, aunque no en todos. Dormir poco, hacer gala de un aprendizaje precoz, preguntar hasta el extremo, ser singularmente empáticos, proponer soluciones creativas, analizar problemas impropios de su edad, relacionarse con niños de mayor edad, aburrirse en clase, sacar notas mediocres o tener baja autoestima pueden ser algunas de ellas.

Ante la sospecha de que nuestro nieto o hijo posee altas capacidades, o incluso superdotación, lo mejor es consultar a un especialista, para que, en el caso de que su coeficiente intelectual se salga de la media, se pueda encauzar su aprendizaje sin que la autoestima baja o lo sentimientos de incomprensión propios de estos chicos terminen por jugarle una mala pasada a largo plazo. Y es que, Si la educación que reciben no se ajusta a sus necesidades, pueden terminar por sentirse inactivos, distraídos e incluso a mostrar una mala conducta.

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