Yo soy donante, ¿y tú?

España está a la cabeza del mundo en cuanto al número de donantes, aún así debemos seguir levantando la voz para concienciar a la sociedad de que donar órganos salva vidas.

Es cierto que se trata de un acto de generosidad, pero que si pensamos fríamente en ello, cuando una persona fallece de nada le sirven ya sus órganos y sin embargo, hay miles de personas que los necesitan para seguir viviendo o mejorar su calidad de vida.

El balance es muy claro, cuantos más donantes existan, mayor será el número de vidas que podrán salvarse. Y aunque España ocupa el primer puesto del mundo en donaciones, las listas de espera para recibir órganos y tejidos siguen aumentando.

Para ser donante basta con querer serlo, es decir que toda persona que en vida decida que, a su muerte, sus órganos sirvan para salvar o mejorar la vida de otros se convierte automáticamente en donante. Es más, según la Ley de trasplantes, en España todos somos considerados donantes si en vida no hemos expresado lo contrario. Aún así, es obligatorio que se pregunte a familiares o allegados sobre la voluntad del fallecido respecto a la donación, es lo que se denomina, el consentimiento familiar.

Una buena opción es hacernos la tarjeta de donante, algo muy sencillo y que facilita mucho las cosas. Se puede hacer a través de internet y basta con rellenar los datos que nos solicitan y firmar.

Al convertirnos en donantes, lo más frecuente es que los órganos que se suelen donar son los riñones, el hígado, el corazón, el páncreas y los pulmones. Además, de una donación también se pueden obtener tejidos, igualmente muy necesarios, como hueso, las córneas y las válvulas cardíacas. Esto implica que un solo donante puede salvar varias vidas.

Nunca se sabe quién puede necesitar una donación. Hoy quizás pensamos que nuestros órganos les pueden servir a otros el día de mañana, pero también es probable que seamos nosotros o algún allegado quien necesite la ayuda de gente generosa que un día decidió convertirse en donante. Así que, no mires hacia otro lado y anima a tus hijos, a tus nietos, a tu pareja o a tus amigos a hacerse donantes. Lleva sólo unos minutos y el precio es salvar la vida de otros.

Foto: Google Imágenes

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