Tranvía: regreso al futuro

Fueron un símbolo de progreso urbano y también una estampa identificativa de muchas grandes urbes hasta que el tránsito masivo, el ensanchamiento de las redes subterráneas y otras consideraciones pragmáticas los fueron aparcando. Muy pocas los conservaron, aunque allí se hicieron inexpugnables: sin ellos se hace difícil imaginar San Francisco, Estambul, Lisboa, Ámsterdam o Budapest.

Sin embargo, tras una prolongada decadencia o postergación a funciones turísticas y subalternas, el tranvía ha empezado a ser reintroducido como solución a la congestión de determinados ejes urbanos o a los costes astronómicos del metropolitano. No sin detractores, aunque muchas veces su falta de aceptación tenga que ver con la pérdida de costumbre y ciertos hábitos anárquicos de conducción.

En la Península Ibérica, en los últimos 15 años, se ha implantado en ciudades como Valencia, Bilbao, Oporto, A Coruña y Barcelona, con distintos niveles de extensión y satisfacción.

Pero no se trata de una tendencia en absoluto aislada. Desde que Nantes decidió reinstaurar el servicio en 1987, muchas otros municipios franceses, empezando por Paris y Lyon le siguieron los pasos. Lo mismo ocurrió en Inglaterra, donde circula por Manchester, Sheffield o Birmingham.

Otros países, con apelaciones como ferrocarril de calle o metro ligero, nunca se habían deshecho del todo de él, pero también han visto como se expandía.

Aunque posiblemente sea Norteamérica la muestra más paradigmática de su segunda juventud: un fenómeno que la subida de los precios del crudo y de la conciencia ecológica ha hecho propagar por decenas de consistorios.
La asunción de la sostenibilidad como responsabilidad de gobierno municipal ha sido precisamente uno de los argumentos determinantes en su renacimiento. Una baja velocidad y problemas de fiabilidad han lastrado su prestigio, pero se ha probado su eficacia en ciudades donde un riguroso ordenamiento ha impedido que entrase en conflicto con otros transportes de superficie. Y pese a muchas reticencias iniciales, todo indica que el siglo XXI vuelve a circular sobre raíles.

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