Pura chiripa

Decía Borges que el azar era el nombre que dábamos a nuestro deficiente conocimiento de la necesidad.

Sin embargo, una tiende a pensar que hace falta algo más que mucha necesidad para que estos goles acabaran en el fondo de la red.

Goles afortunados

Otros en cambio no se sabe si lo que tienen es exactamente suerte. Pero para escurrirse sin daño de lo que les pasa por lo menos vela por ellos algún ángel protector.

Aunque la suerte ama a los audaces y a quienes la cortejan. Ni que sea con cierta bienhumorada modestia como el especialista en quinielas de la red:

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