Oficios al borde de la extinción

¿Quién no recuerda la melodía que acompañaba la llegada del afilador a la puerta de nuestra casa? El avance de las tecnologías y de los sistemas de trabajo ha traído consigo la paulatina – o brusca, según los casos- desaparición de oficios tan antiguos como el de pastor, afinadores de órganos, artesanos toneleros, limpiabotas, serenos o pregoneros. Sin embargo, aún quedan viejos maestros de estos oficios que se resisten a dejarlos, y organismos, instituciones y particulares que luchan por que no se pierdan.

Teniendo en cuenta que los oficios tradicionales no sólo han servido, y sirven, a familias de sustento económico, sino que en muchos casos también suponen un atractivo turístico, social e histórico como patrimonio de nuestra cultura, se comprende el creciente interés por salvaguardarlos. Además de las de los programas que incluyen las delegaciones de Cultura de miles de pueblos españoles que con la extinción de estos oficios también ven peligrar su economía e historia, hay iniciativas concretas que buscan iompulsar estos viejas formas de vivir.

En España, sólo alguno de los 187 faros que existen en servicio continúan vivos gracias a un farero de profesión, ya que su funcionamiento está completamente mecanizado. Ignacio Fernández trabajó en un faro hasta 1993 y mantiene una interesante página web, www.farosferrol.com. Sus compañeros Javier Pérez de Arévalo, el último farero de La Mola (Formentera), y Eugenio Linares, responsable de la torre de Estaca de Bares (La Coruña) han publicado sendos libros sobre sus vivencias una vez abandonada esta actividad.

Otro ejemplo de ‘rescate y pervivencia de oficios tradicionales’ es la Escuela de Pastores de Arantzazu (Guipúzcoa), iniciativa de técnicos y políticos navarros y vascos que veían como el relevo generacional de esta profesión peligraba. Ahora, en esta escuela se forma a aprendices de toda España e incluso de otros países europeos y latinoamericanos; se les enseña a manejar un rebaño, empezar a ordeñar, esquilar e incluso a elaborar quesos. Una vez finalizado el curso, se ayuda a los alumnos a poner en marcha su propia explotación.

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