Después de seis años de promoción de los monumentos más representativos de la modernidad, el sábado se dieron a conocer en Lisboa los nombres de las Siete Nuevas Maravillas del Mundo, una iniciativa del suizo suizo Bernard Weber creador de la Fundación de las Nuevas Siete Maravillas. Los casi cien millones de personas que votaron a través de Internet y por mensajes de móviles decidieron, finalmente, que las nuevas Maravillas de la modernidad sean las ruinas incas de Machu Picchu en Perú, la antigua ciudad maya de Chichén Itzá en México, la estatua del Cristo Redentor de Río de Janeiro, la gran Muralla China, el mausoleo indio del Taj Mahal, el Coliseo de Roma y la ciudad de Petra en Jordania.
Las pirámides egipcias de Gizeh, única Maravilla antigua que sigue en pie, quedaron hace unos meses fuera de la votación, por considerarla ”maravilla honorífica del mundo”. La Alhambra de Granada, quedó fuera de la clasificación aunque este tiempo le ha servido para darse a conocer aún más en el mundo y ser reconocida como una auténtica maravilla, votaciones aparte. Otros de los monumentos que han estado cerca han sido la Torre Eiffel, la Estatua de Libertad o las estatuas de la isla de Pascua.
El multimillonario y cineasta suizo Bernard Weber planteó esta iniciativa, seguida de manera sorprendente a nivel internacional, con el objetivo de completar la lista de las Siete Maravillas de la Antigüedad, designadas cerca del año 200 antes de Cristo, entre las que figuraban los jardines colgantes de Babilonia, el templo de Artemisa en Efeso, el mausoleo de Halicarnaso, el coloso de Rodas, el faro de Alejandría, la estatua de Zeus en Olimpia y las pirámides de Gizeh en Egipto.
Sin embargo, a la UNESCO, que es quien establece la lista oficial del Patrimonio Mundial, se opuso a la iniciativa, desentendiéndose de ella por considerarla una estrategia de marketing que no cumple el requisito último de este tipo de reconocimientos de salvaguardar estos bienes de la humanidad.
