La pirámide invertida

La pirámide demográfica se adelgaza por la base. Tanto que amenaza con hacer que se desmorone entera. Al menos esas son las conclusiones a las que llega el autor de “El suicidio demográfico de España”, un libro que indaga sobre los riesgos y problemas que supone una tasa de natalidad tan baja como para no permitir la reposición poblacional.

Con 1,4 nacimientos por mujer en 2009, (10,6 por cada mil habitantes, según otra fuente estadística), el autor de ese volumen, Alejandro Macarrón, expone su preocupación por la falta de cómo mínimo un cuarto de millón más de bebés al año para garantizar un solvente relevo generacional. Un problema que se acucia por el aumento de la esperanza de vida y el correspondiente envejecimiento de la población. Una buena noticia que, sin embargo, tiene su reverso: crece también el número de pensionistas, así como el de personas dependientes o que precisan de más cuidados sanitarios. Macarrón alerta que “en España, el ratio de activos por jubilado está acercándose a 2 a 1, el límite para que sea viable el sistema de pensiones”. Además, el final de ciclo en la venida de inmigrantes supone la pérdida de un importante recurso con el que hasta ahora se venía contando para compensar ese desequilibrio.

Estas incertezas, sin embargo, no son exclusivas de España. Nuestra tasa de natalidad no es ni tan siquiera de las más bajas de Europa, y se sitúa en niveles muy similares a los de Noruega o Países Bajos, por poner dos ejemplos. Y la solución tampoco es nada sencilla, como prueba que en esos dos países citados existan importantes incentivos a la maternidad o buenas políticas de apoyo a la familia sin que ello suponga una gran diferencia con nuestro país, mucho más deficiente en ambos aspectos. Parece más bien una cuestión sociocultural: las nuevas generaciones tienen hoy otras metas personales y profesionales que las de sus padres o abuelos y  tener descendencia ya no es una prioridad.

Macarrón, no obstante, apuesta por adoptar ciertas medidas, entre las que cita que la pensión se incremente según los hijos que se tengan o que se beneficie fiscalmente a las familias con hijos. Pero, en todo caso, pretende que con esta publicación se ponga sobre la mesa un debate al que cree que se está prestando muy poca atención y ante el que una falta de respuestas pensadas y planificadas puede tener serias consecuencias.

Un debate que por lo menos en medios académicos sí existe: no es la primera vez que sociólogos y geógrafos plantean el tema y anticipan un invierno demográfico. Tanto es así que muchos lo consideran ya inevitable, aunque se distinguen entre quienes prevén un escenario bastante desastroso y quienes lo perciben como una oportunidad para aliviar la sobrepoblación del planeta y el riesgo de agotamiento de sus recursos que comportan. Son las tesis que abogan por el decrecimiento.

En cualquier caso, se trata de una controversia apasionante en la que las ideas y parecer de todos pueden contribuir al hallazgo de respuestas.

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