Escenas inolvidables

Navegando por la blogosfera hemos encontrado muchísimas entradas en las que se enumeran las mejores escenas de la historia del cine. Como podréis imaginaros, esto es, obviamente, de lo más subjetivo; pero, aún así, nos ha parecido un tema interesante y a continuación os dejaremos con algunos de los minutos más celebrados de la gran pantalla. Como en un solo artículo no podemos hacer referencia ni remotamente a todos esos grandes momentos del cine que nos han cautivado por sorprendentes, emotivos, por grandiosos o cómicos; esta será la primera de una serie de entradas sobre este particular. Esperamos que os guste.

Aunque el beso de Ilsa y Rick en la película Casablanca -y el archiconocido “tócala de nuevo, Sam”- son dos de los momentos favoritos de casi todos los amantes del cine; sin embargo, la escena que ha pasado a la historia es la que tiene lugar justo al final del film, y es que… ¿quién no recuerda la frase “este puede ser el comienzo de una bonita amistad?

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Tampoco es fácil de olvidar a Scarlett O’Hara jurando jamás volver a pasar hambre con un atardecer rojo, ardiendo como telón de fondo, en Lo que el viento se llevó; ni la famosísima escena en la que Gilda desnuda su brazo quitándose lentamente un guante, en el que se ha convertido en uno de los stripteases más famosos de la historia del cine y también en el que menos se muestra de manera más sugerente. Todo un clásico:

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La primera escena de El padrino es también uno de los pasajes favoritos de los internautas, quienes consideran que en ella se descubre un resumen de toda la saga, ya que enfatiza el que será uno de los principales hilos conductores de los tres films: el problema del sueño americano y la “american way of life”.

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Pero si hay una secuencia que de verdad es inolvidable y que ha constituido una revolución en el mundo del cine y de la imagen esa es la de “La escalera de Odesa”, cerca de 7 minutos de la película muda rusa El Acorazado Potemkin que han servido de inspiración a los mejores directores de la historia.

En cuanto al género del suspense, todos estamos de acuerdo en que el gran maestro es Alfred Hitchcock y, acerca de la escena que ha perdurado en la memoria de todos, también coincidimos en que es la de la ducha de Psicosis, que sin duda constituye uno de los más grandes y terroríficos momentos en la historia de la gran pantalla.

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Terminamos por hoy y nos despedimos con otra imagen mítica; una secuencia inolvidable que se ha convertido en todo un icono, en cuya protagonista, Audrey Hepburn, nos da toda una lección de elegancia. Nos referimos, cómo no, al famoso desayuno de la actriz en la ventana de Tiffany’s, la quintaesencia del glamour neoyorkino:

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