El príncipe árabe

Tengo 42 años y quedé viuda a los 40. Invité a mi madre de 82 años a realizar un viaje para re-encantar mi vida nuevamente.

Tomamos el avión hacia el sur de Chile, para luego embarcarnos en un hermoso crucero por los glaciares. Cuando estábamos realizando los últimos arreglos para el viaje, desaparece mamá del lugar donde la había dejado. ¡Horror! El barco estaba a punto de zarpar y empezó mi búsqueda desenfrenada. Todos los medios de comunicación existentes me ayudaban, preguntaban al barco,… y nada.

Claro, mamá se había subido a ese barco y derecho al servicio higiénico -porque a esa edad sabemos que se necesita más de la cuenta-, y, por supuesto, nadie había notado la presencia de esta señora, menos en ese lugar.

Y como todas las situaciones engorrosas tienen respuestas que las hacen más engorrosas, me comunican que a las dos horas del zarpe, mamá está allí, que no me preocupe, que está muy bien atendida… ¿Y cómo no lo iba a estar? ¡Si yo pagué dos pasajes y sólo ella disfrutaba! ¡Qué contrariedad!

Pero como no hay mal que por bien no venga, en los 10 días de espera conocí a Arif, personaje encantador, que me hizo compañía prometiendo que no me dejaría hasta el arribo del barco donde venía mamá, y me mandaría a buscar para casarnos. Yo me reí mucho, ya que eso sólo pasa en las novelas y películas.

Al despedirnos me dio mucha pena, habían sido muy interesantes sus conversaciones y así como el gustó de mi, yo también sentí atracción por él.

Después de dos meses, llegaron a mi domicilio dos pasajes y una carta que decía: ”Soy el príncipe Arif y deseo casarme contigo, vuela, y con mamá de la mano”. Reí tanto… abracé y besé a mi madre muchas veces y ella, muy sabiamente, dijo: ”con esto tienes pagado el viaje que no hiciste conmigo”. Rió y dijo que me quería mucho.

Viajé sola, estoy felizmente casada con el hombre más maravilloso de la Tierra, después de Jesús, y tengo seis hijos de Arif que me tendrán ocupada el resto de mis días. Y eso, es darle vida a los años… Ah, además soy millonaria y podría pagarle muchos viajes a mamá…jajajaj, soy muy feliz.

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