Francisco es un Papa espontáneo, divertido y con mucha humanidad, por eso no nos sorprende nada que este pasado miércoles invitara a un grupo de niños a subirse en el papamóvil y acompañarle por toda la plaza de San Pedro.
Durante el recorrido quiso también detenerse y probar el mate que le ofrecieron unos peregrinos de Argentina y no perdió la oportunidad de saludar a unas parejas que celebraban sus 50 años de matrimonio, los mayores siempre han sido la debilidad del Santo Padre y lo ha demostrado en muchas ocasiones: ”Antes de comenzar la catequesis quiero saludar a un grupo de parejas allí al fondo que celebran el 50 aniversario de bodas. Eso sí que es vino nuevo, el vino nuevo de la familia. Un precioso ejemplo para las parejas de recién casados”.
Y aprovechó para hablar del primer milagro de Jesús que cita el Evangelio, las bodas de Caná, cuando convirtió el agua en vino: ”El agua es necesaria para vivir, pero el vino expresa la abundancia del banquete y la alegría de la fiesta. Una fiesta de bodas en la que falta vino hace que los esposos se avergüencen. Imaginaos terminar una fiesta de bodas bebiendo té…”.
Su Santidad, que suele hacer gala del especial cariño que siente por la Virgen María, no quiso dejar de recordar las palabras de la Madre de Dios en ese episodio: ”hagan todo lo que él les diga”.
Una jornada intensa y muy fructífera con mensajes cargados de contenido para todas las generaciones y poniendo como ejemplo a los mayores, y es que Francisco ya habló de ellos hace tiempo refiriendose así ”Los abuelos son como el buen vino, que mejora con los años” y se incluye cuando dice ”Podemos ser como el buen vino. Podemos envejecer en sabiduría para transmitir sabiduría. Y no creer que la historia termina con nosotros porque ni siquiera ha comenzado con nosotros: la historia continúa”.
