El síndrome del nido vacío tiene remedio

Llega el día en que los hijos, que han llenado durante años la casa de ilusiones, algún grito, peleas, exámenes, citas con amigos, etcétera, dejan la casa para formar su propia familia. En realidad, nunca acaban de irse del todo, pero llega el momento en el que de una forma u otra llevan una vida independiente. La pareja vuelve a encontrarse sola. Una vez que los hijos se han marchado de casa, de repente, “todo se echa de menos”De pronto, la casa se hace mas grande, hay más espacios libres, la nevera está más vacía, etc. A partir de este momento, se inicia un periodo de adaptación, de reajuste y de elaboración de nuevos roles y patrones de interacción en la familia.

Si los padres viven el cambio como un abandono o una pérdida, desarrollarán el síndrome del nido vacío y surgirán en ellos las emociones negativas implícitas en una etapa de duelo (tristeza, soledad, sentimiento de vacío, melancolía, etc). Por ello, es importante vivir el proceso de cambio como algo normal y darse tiempo para que cada uno se acople.

El “nido vacío”, como decimos, es un acontecimiento que se define como la marcha del último hijo del hogar, y la vivencia experimentada por los padres ante este hecho. Estamos ante un síndrome que se presenta como un conjunto de síntomas. Sus consecuencias se hacen sentir en los planos psíquico y físico. No es solo un periodo pasajero de nostalgia, mal ánimo, tristeza… Afecta a tu cuerpo, tu líbido, tu autoimagen y valoración. Las mujeres que lo padecen muchas veces no son plenamente conscientes de lo que les pasa, sino que consultan al médico por dolencias físicas. Sin embargo, “estas emociones son relativamente normales y muy frecuentes en las familias y suelen ser pasajeras, se van diluyendo con el tiempo si el proceso de adaptación a la nueva situación familiar se produce correctamente”, afirman Cecilia Martín y Marina García, directoras del Instituto de Psicología y Desarrollo Personal PSICODE de Madrid. Además, estas emociones normales se mezclan con otras positivas, como por ejemplo el orgullo de que su hijo estudie, se haga mayor y comience a vivir nuevas experiencias.

La mejor forma de superar esta transición es vivir el proceso como algo normal y no como algo traumático. El hacerse consciente de los acontecimientos con suficiente anterioridad siempre es una vía de solución. Ni es posible evitar el proceso de autonomía de los hijos ni tampoco resultaría psicológicamente saludable. Lo que normalmente obligaría a vivirse como una pérdida, podría por ejemplo ser asumido como un periodo de creciente libertad y posibilidades de autodesarrollo.

Existen, incluso, casos en los que los padres viven la marcha de su hijo como una liberación, ya que ven cumplidas sus metas de enseñarles a volar solos y por fin les llega a ellos el momento de dedicarse a sí mismos y a su pareja. Sea cual sea la situación, la actitud de los padres ante el hecho de que sus hijos se marchen fuera y se independicen es crucial a la hora de desarrollar o no el síndrome del nido vacío y otros problemas psicológicos (ansiedad, depresión, problemas de pareja, etc).

Al volver a estar ”por fin solos” otra vez, el matrimonio puede soñar con hacer cosas que antes no podía hacer: proyectar viajes, recuperar amistades, salir con otros matrimonios. Incluso a veces se sienten rejuvenecer. Muchas son las herramientas al alcance del que necesite enfrentarse a la realidad: terapias psicológicas, grupos de autoayuda, actividades de recreación, estudio, nuevos panoramas laborales, etc. Acercarse a un profesional siempre ayuda.

Lo primero que aconsejan los psicólogos es recuperar a la pareja. Muchas mujeres han vivido tan pendientes de sus hijos que han olvidado que su marido existe. Hacer planes juntos es una buena terapia. También es importante que la mujer recupere la rutina, y si las ha perdido todas, crearse nuevas. Asumir un nuevo día a día y buscarse nuevos hobbies, como hacer gimnasia, practicar jardinería, o comprarse una mascota. Y siempre, siempre, siempre, hablar con la familia. Con el marido, que sabrá perfectamente lo que está pasando, y con los hijos, que pondrán todo su apoyo en compaginar su nueva vida con la anterior. La familia, como en casi todo, tiene que ser el mejor aliado.

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