Tejiendo una tradición

Al igual que se intentan proteger oficios en extinción como el de pastor, limpiabotas o campanero, una empresa francesa se ha propuesto que ”los gorros de lana” hechos por abuelas no dejen de ser una tradición tan sentimental como práctica, sobre todo en estos tiempos convulsos, y por qué no, a la moda.

Hubo tiempo en que la principal afición de las abuelas era tejer, como nos recordaba hace unas semanas Agustín Esteban en su blog Me viene a la Memoria, ”en general, todas aquellas labores que requiriesen aguja, hilo, tijeras y tela, pero con preferencia en las que hubiera que utilizar la lana y las agujas o el hijo y el ganchillo. Creo, no obstante, que no era la única con afición tan desmedida. Por las conversaciones con los compañeros del colegio, todas las abuelas eran igual”.

¿Quién no ha tenido un jersey, un gorro o una bufanda tejida por su abuela? Parece que ahora no abundan y Golden Hook lo ha lanzado como un servicio: cada cliente diseña su propia gorra, eligiendo su tamaño, estilo –sencilla, con pompón o peruana- y colores, y después escoge una abuela entre un equipo de ocho seniors –de los 48 años a 85 años con nutridos currículos como tejedoras- que lo teja artesanalmente. Una vez finalizado cada gorro incluye una etiqueta con el nombre de la persona que lo ha creado. En objetivo es triple: convertirlo en una moda, reconocer la labor de tantas abuelas anónimas que a lo largo de la Historia han dedicado su tiempo y cariño a tejer para sus familia y, al mismo tiempo, que no se pierda esta tradición.

El consumismo actual y la ajetreada vida moderna han jugado en contra de esta costumbre. Y es que la globalización no tiene porqué ser incompatible con el cultivo de las tradiciones. Está en manos de nosotros los seniors el trasmitirlas y compartirlas para que no se pierdan y de paso descubrir a los más jóvenes otras formas de emplear el tiempo con sus mayores.

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