Las manos en la masa

El hombre es un animal que guisa, dijo el señor Michel de Montaigne. Muchos son los que se esfuerzan por hacerle caso. La cocina está de moda.

Hoy los cocineros pasan casi más tiempo en los medios de comunicación que trasteando con perolas. Las televisiones se rifan a las estrellas de los fogones para programar sus hazañas en horas de máxima audiencia. El buen comer, el alimentarse sabiamente y el descubrir nuevas gastronomías se han convertido más que nunca en prioridades. Y con evidencia incontestable se manifiesta el empeño de aprender, experimentar y superarse que tienen cada día más cocineros aficionados.

Mercados bien abastecidos, tiendas que importan productos otrora desconocidos o difíciles de localizar, la reapreciación de las cocinas tradicionales de cada lugar y la difusión de los gustos y recetas de otras latitudes: todo ayuda a que cocinar y aprender a hacerlo sea una inquietud que se esté extendiendo tanto y que se precie tan adecuadamente. No saber hacerse ni una tortilla ya no es cosa para pavonearse.

Pero, si pese a las ganas, uno nunca ha puesto un pie en la cocina, la duda de por dónde empezar puede ser insalvable. No obstante, caben muchas formas de sobreponerse al desconcierto. Los recursos son variadísimos y complementarios, de enorme amenidad. La mejor solución  para hacerse con unos fundamentos consiste en pedir que nos instruya en ellos alguien cercano que tenga buena mano para la cocina. Luego podemos recurrir a la ingente cantidad de libros de cocina que se publican y reeditan de continuo, algunos asombrosos y suntuosamente ilustrados. Además están los programas televisivos, cada vez más diversificados, que se dedican a exponer paso a paso recetas, dar trucos, explicar técnicas o divulgar distintas cocinas del mundo. Ya prácticamente la programación de cualquier cadena de radio o de televisión cuenta con su espacio dedicado a la cocina, y desde luego ya han surgido algunos clásicos como Karlos Arguiñano. Mientras, en la televisión pública catalana, apuestan por propuestas tan novedosas como la de Karakia, que presenta platos típicos de todas las comunidades emigrantes que se han instalado en Barcelona. Huelga decir que Internet contiene una retahíla inacabable de páginas que pueden sacarnos de muchos apuros, y de la que en otra ocasión haremos una selección.

Con interés, constancia y curiosidad se pueden dar saltos de gigante en breve tiempo, y hasta el más perfecto inútil puede sorprender a parientes y amigos en la próxima visita. Y, para quienes se tengan por caso imposible, o bien quieren dar un paso hacia el perfeccionamiento, siempre queda la opción de los cursos de cocina reglados y presenciales, de los que en esta página, por ejemplo, se puede encontrar una somera muestra.

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