”La bendición de la larga vida” tuvo lugar ayer en la Plaza de San Pedro en Roma. Una emocionante jornada dedicada a la Tercera Edad en la que participaron más de 40 mil abuelos de todo el mundo, cien sacerdotes mayores que acompañaron al máximo representante de la Iglesia católica durante la Santa Misa y que contó con la presencia del Papa emérito Benedicto XVI a quién Francisco dedicó unas cariñosas palabras ”He dicho muchas veces que me gusta que viva aquí, en el Vaticano, porque es como tener al abuelo sabio en casa”.
Durante la Homilía, el Papa quiso destacar que la Virgen María era muy joven cuando fue a visitar a su prima Isabel, una mujer ya muy mayor, para ayudarle en los últimos meses de su embarazo de Juan el Bautista. En palabras del Santo Padre, María va a visitar a “su anciana pariente para ayudarla, para estar con ella, pero también y sobre todo para aprender de ella, que ya es mayor, una sabiduría de la vida”.
Y es que, Francisco apuesta una vez más porque jóvenes y ancianos no rompan los lazos que les unen “El futuro de un pueblo supone necesariamente este encuentro: los jóvenes dan la fuerza para hacer avanzar al pueblo, y los ancianos robustecen esta fuerza con la memoria y la sabiduría popular” y añadió que “Una de las cosas más bonitas de la vida de la familia, de nuestra vida, es acariciar a un niño y dejarse acariciar por un abuelo o una abuela”.
Su Santidad ha querido dar protagonismo a los mayores enviando, además, un mensaje de protección y ayuda a todos los católicos del mundo. Para ello, quiso contar con los testimonios de personas mayores que vivían o habían vivido situaciones límite como es el caso de Mubarak y Anexa, un matrimonio iraquí con 12 nietos que tuvieron que abandonar su país y perder todas sus posesiones, como tantos otros cristianos, perseguidos por su fe. Otros, tuvieron la oportunidad de contar sus experiencias acerca de cómo se adaptan a la vida de mayores, cómo ayudan a sus hijos y nietos y a qué dedican su tiempo.
Francisco aprovechó este encuentro internacional para insistir en la idea de que un pueblo necesita a sus ancianos para no perder sus raíces y que las residencias de los abuelos tienen que ser casas y no prisiones para que así sean pulmones de la humanidad.
Una bendición, la de la larga vida, en la que la emoción y el cariño estuvieron presentes en todo momento. Un encuentro histórico cuyos protagonistas fuimos los mayores y en el que el Papa Francisco manda un mensaje de ánimo y aliento a todos los abuelos que sufren, que están enfermos, que necesitan ayuda… “Dios no os abandona, está con vosotros”
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